
Estrategia vs confrontación en el debate por Gómez Palacio
Uno de los debates más esperados sin duda fue el de quienes aspiran a gobernar el municipio lagunero de Gómez Palacio, uno de los tres más importantes del estado de Durango. El ejercicio democrático, más que propuestas, al final dejó claras las rutas de cada proyecto político y, sobre todo, evidenció quién está contendiendo con estrategia y quiénes con marcada desesperación.
Betzabé Martínez Arango, candidata de la coalición entre Morena, PT y Partido Verde, no solo resistió los ataques de sus adversarios, sino que los usó a favor. Mientras Raúl Meraz del PRI-PAN y Omar Castañeda de Movimiento Ciudadano apostaron por la confrontación directa, ella optó por no responder y mantener un discurso centrado en el mensaje social, con tintes emocionales y anclado en su historia de vida, la que no ha sido fácil para ella como mujer.
Y es que, hace 15 años, la violencia le arrebató a su madre, cuando Betzabé era todavía una adolescente, viviendo en carne propia -además del dolor de esa tragedia- la revictimización y la injusticia por parte de las autoridades, las que pretendían culparla por la muerte de su progenitora, quien fue agredida con arma de fuego y, tan solo dos días después, perdió la vida.
Definitivamente los debates no son para convencer al contrincante, sino para conectar con el electorado; en ese contexto, las frases que Betzabé dejó sobre el atril no fueron improvisadas, sino enfocadas en llegar a su audiencia: mujeres, jóvenes, familias lastimadas por la violencia y de ciudadanos en general, cansados de la política tradicional de grupos que han tenido cooptada aquella municipalidad.
Esto no significa que sus propuestas hayan sido las más detalladas, ni que su visión para Gómez Palacio esté exenta de preguntas. Pero en la forma de comunicar -y en política, la forma es fondo- logró proyectarse como una candidata con rumbo claro. No solo apeló al sentimiento. También supo colocar la elección como un dilema entre continuidad o ruptura con los políticos de siempre; seguir con la corrupción o que llegue un cambio.
En contraste, sus adversarios, particularmente el candidato de Movimiento Ciudadano, Omar Castañeda, un viejo conocido y animal político rapaz, pareció más interesado en desestabilizarla a ella y al propio debate que en convencer. Y aunque señalar errores o inconsistencias puede ser legítimo, cuando la crítica se vuelve el centro del mensaje, el ciudadano tiende a desconectarse y perder interés.
Más allá del debate, lo cierto es que Betzabé llega a este momento con una campaña territorial fuerte, una base electoral consolidada y un discurso que ha logrado permear en sectores donde Morena no tenía entrada fácil, como en los jóvenes de clase media y alta, profesionistas y votantes tradicionalmente afines al PRI o PAN en aquella región del estado.
No obstante, como en todo proceso, nada está escrito aún. El electorado gomezpalatino puede ser volátil y, aunque la candidata morenista ha tomado la delantera en cuanto a percepción, falta ver si logra sostener ese ritmo en la recta final, sin caer en el exceso de confianza ni en el desgaste del mensaje. Por ahora, ha dejado en claro que no solo quiere ganar; quiere gobernar desde el corazón. El reto será demostrar que esa promesa también tiene cabeza.
EN LA BALANZA.- La renuncia de Luis Enrique Benítez Ojeda al PRI no es un simple trámite partidista, sino el reflejo de un partido político que ha perdido su esencia, no solo para él, sino para muchos otros que ya se han ido y otros que están por irse. Su salida, tras 40 años de militancia, exhibe un tricolor donde ya no caben la crítica ni la pluralidad. Su carta, cargada de nostalgia y desencanto, no solo revela una fractura personal, sino la de un partido que ya no se reconoce ni en sus fundadores ni en sus viejos militantes. Seguro dirán que no les afecta.
X: @Vic_Montenegro