Gobernar desde el dogma
Hace unos días el ex presidente López Obrador presentó su último libro, titulado "Grandeza" y que está dedicado a exaltar los valores de las civilizaciones originarias de México, a las que atribuye los valores actuales del pueblo mexicano. En esta entrega quiero mencionar una de las aseveraciones del libro del expresidente que se ha mencionado en algunos medios nacionales y que confirma la forma en que se tomaron decisiones a lo largo del sexenio anterior en nuestro país: negando la evidencia científica y basadas en dogmas.
La aseveración que hace el expresidente respecto a que la práctica de sacrificios humanos y la antropofagia no eran prácticas que se daban entre los pueblos originarios, sino una elaborada narrativa de los conquistadores para justificar sus excesos, no tiene asidero en la evidencia que han encontrado a través de los años los arqueólogos e historiadores, quienes seguramente cuestionarán las aseveraciones del expresidente.
La evidencia de estos sacrificios se ha encontrado en el Templo Mayor, que está a unos metros de Palacio Nacional, lugar en el que residió el expresidente durante su sexenio.
Al no estudiar y citar la evidencia que arqueólogos e historiadores han encontrado respecto a la práctica de sacrificios en las antiguas civilizaciones de nuestro país, el expresidente tomó el camino de la negación y es una analogía de lo que sucedió durante su sexenio, justificando sus decisiones de gobierno solamente en sus creencias, negando cualquier evidencia que lo contradijera.
Si el expresidente creía que la mejor época de México durante el siglo XX fue la del desarrollo estabilizador, seguramente este dogma hizo que buscara replicar algunas de las condiciones de este periodo del siglo pasado: poder centralizado en el Presidente de la República, sin contrapesos reales que frenaran la "transformación" del país; utilizar el petróleo como la palanca del desarrollo económico nacional; obras de infraestructura faraónicas que harán que su creador esté siempre presente entre el "pueblo bueno" que las utilice, aunque año tras año pierdan dinero que, forzosamente, tiene que salir del presupuesto público y que evita se utilice en otras cuestiones urgentes para el país.
Si el expresidente creyó que lo mejor era hacer una refinería, no importó la evidencia de que es imposible construir una refinería con las características que originalmente solicitó el gobierno al precio que quería hacerla el expresidente. Recuerde, estimado lector, estimada lectora, que ninguna empresa internacional quiso aceptar las condiciones del gobierno para construir la refinería de "Dos Bocas", lo que hizo que fuera construida por el gobierno con un costo alrededor de tres veces el precio que originalmente se presumió y de la cual investigaciones periodísticas dan cuenta de la opacidad y los contratos asignados de manera directa para esta obra, la cual, en estos momentos, no se encuentra funcionando al 100%.
El mismo criterio dogmático se aplicó para prácticamente cualquier otra decisión importante del sexenio del expresidente. Sus decisiones se explican desde el egocentrismo de quien tiene la verdad absoluta y no se detiene en nimiedades como la evidencia que cuestiona sus dogmas: desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco que nos costó cientos de miles de millones de pesos, hasta la creación de la "Mega Farmacia", la última ocurrencia del sexenio y que nos costó miles de millones de pesos, pasando por el manejo de la pandemia de COVID y los miles de muertos que algunos expertos achacan a las decisiones de su gobierno; la construcción de un tren a costa de la destrucción del eco sistema en el sur del país; la creación de una aerolínea que ha perdido miles de millones de pesos; el envío "por razones humanitarias" de petróleo a la dictadura cubana con valor de cientos de millones de dólares.
X: @jesusmenav