
Impunidad apuntalada
2025 es el año del apuntalamiento de la impunidad. Cierra el primer año completo del sexenio de Claudia Sheinbaum con la renovación del pacto para colocar por encima de la ley a los barones del régimen. Si los protegidos del gobierno anterior en algún momento sintieron la presión de una presidenta que parecía dispuesta a limpiar la casa, hoy festejan la Navidad con la tranquilidad de haber recibido un certificado de impunidad como regalo. La presidenta ha extendido una patente para el libre despliegue del cinismo. Los pillos, si son nuestros pillos, pueden estar tranquilos. Los llamados al comedimiento terminaron en burla. Tan pronto la presidenta llamaba a la moderación y hablaba de las virtudes de la austeridad, sus antiguos rivales de partido faroleaban sus compras, sus viajes y su arrogancia. Adán Augusto López estrena su Diploma de Intocable gastando millones de pesos en su regalo navideño. Evidentemente, los obsequios no tienen como destinatario a quien los recibe. El regalo fue un mensaje: el senador ratifica (si es que fuera necesario) dónde radica su lealtad y exhibe provocadoramente su dispendio. Con su generosidad, el santaclós del Senado anunciaba su victoria sobre la presidenta Sheinbaum. Los sermones de la austeridad que vienen de Palacio son periódico viejo. Si sirven de algo es para envolver un derroche que se publicita a los cuatro vientos.
El amago de disciplina desembocó en la entronización de un bandido como aliado indispensable. Ese es el desenlace político de este año. Durante algunos meses la presidenta coqueteaba con la idea de confrontar a los pillos de su propia coalición. De ella surgió el primer impulso de revelar las trapacerías en el gobierno de Tabasco y en la Secretaría de Marina. Su gobierno mostraba la enormidad de la corrupción reciente. El huachicol fiscal como el startup criminal del lopezobradorismo. El gobierno de Tabasco como un remedo del ogro calderonista. La información que difundían los medios no vencía las resistencias gubernamentales. Los periodistas recibían del propio gobierno federal un caudal de documentos que mostraba la gravedad de los escándalos. Sorprendentemente, no se percibía entonces la intención de esconder información, sino por el contrario, el propósito de ventilar los casos para fortalecer la causa persecutoria.