Nosotros

CARIÑOTERAPIA

Je T'aime... pero con cara seria: El amor al estilo Francés

Je T'aime... pero con cara seria: El amor al estilo Francés

Je T'aime... pero con cara seria: El amor al estilo Francés

VANESSA BARDÁN PUENTE

Ooh là là Los franceses no viven el amor... lo suspiran, lo fuman, lo declaman en una esquina lluviosa de París, mientras beben vino tinto y te miran como si supieran algo de ti que tu ni has descubierto...

Dicen que los franceses son los amos del arte de amar. Y no lo niegan... De hecho probablemente ellos inventaron esa frase. Porque si algo tienen los franceses, es autoconfianza horizontal. Estar en la cama con un francés no es solo un encuentro físico. Es un performance, una obra de teatro, una película con subtítulos y cuerpos entrelazados. Velas, música suave, sábanas de lino y ese perfume que huele a bosque húmedo + biblioteca antigua. Ellos entienden que el preludio importa más que la canción, y que el encaje es parte de la conversación corporal, entre suspiros y frases que no sabes si son gemidos o poesía.

No te sorprendas si, al terminar, te miran al techo y te dicen: "¿Y si esto es lo más cerca que estaremos del verdadero sentido de la vida?" Y tú, intentando encontrar tu ropa interior, dices: "¿Perdón?" Pero igual te quedas, porque estás fascinada.

Son los campeones del "te quiero, pero no me voy a emocionar demasiado", y eso los hace... irresistiblemente frustrantes. O apasionadamente sofisticados. O las dos cosas al mismo tiempo. Bienvenide al amor à la française.

El amor francés es como un abrigo caro: elegante, incómodo y no abriga tanto. Están juntos, pero no son novios. Se aman, pero no lo dicen. Salen todos los días, pero si les preguntas qué son, te responden con un encogimiento de hombros y un "bah... c'est compliqué". No es que no te amen... es que no quieren sonar necesitados.

El romanticismo francés no se muestra, se sugiere, como un perfume caro o un "te extrañé" disfrazado de "¿cómo estás?". Ooh là là... La seducción es un idioma oficial. En Francia, seducir es una cortesía nacional. Te abren la puerta, te miran a los ojos, y aunque estén diciendo "pásame la sal", su tono suena a promesa nocturna con saxofón de fondo. Y lo hacen sin apurarse. Nada de Gatorade ni agua fría. Aquí se hace una pausa para beber vino y mirarte como si fueras una pintura de Renoir que se está moviendo. Y si hay pan cerca, probablemente también te lo ofrezcan entre besos y erotismo con gluten. El arte de la seducción francesa es lento, pausado, con silencios incómodos que de alguna forma resultan eróticos. Van con calma. Te observan. Te descifran. Y justo cuando piensas que esto es una meditación guiada con contacto, te giran con una intensidad que no viste venir. Nosotros les llamamos ¡microinfartos emocionales!

Pan, vino y miradas ambiguas Las citas francesas no se basan en "¿te gusta Coldplay?", sino en cosas como: "¿Tú crees que el amor verdadero puede sobrevivir a la costumbre?" Y tú con la boca llena de croissant, diciendo "perdón".

Las rupturas son una danza triste pero estética. Nadie rompe como los franceses. Lo hacen con café, cigarro, mirada al Sena y frases como: "Nosotros éramos perfectos... pero en el momento equivocado..." Y ahí estas tú, llorando en una terraza, sabiendo que esa frase la vas a poner de estado en WhatsApp.

Pero cuando te aman... te hacen poema sin avisarte. Aunque no digan "te amo" cada cinco minutos, los franceses te dedican canciones tristes, te cocinan sin pedir permiso y te miran como si fueras una novela que aún no entienden... pero no pueden dejar de leer.

El amor en el cine francés es como una ensalada sin lechuga: no sabes qué está pasando, todos fuman, nadie sonríe... ¡y al final igual lloras porque se separan sin motivo aparente! Ella se va caminando bajo la lluvia, él mira al cielo y susurra "je t'aime" con cara de tragedia existencial... ¡y tú ahí, con la bolsa de palomitas, preguntándote si en algún momento fueron pareja o solo compartieron un silencio intenso!

Ohhh lààà lààà... mon coeur n'en peut plus. Traducción: (¡Oooh lá lá... mi corazón no puede más!) Amar a la francesa es como tomar un vino que no sabes pronunciar: intenso, a veces inexplicable, pero siempre inolvidable... A veces confuso, a veces sublime, no sabes si te quieren o si solo están aburridos, pero mientras tanto, te sientes en una película en blanco y negro con banda sonora de Edith Piaf, cuando todo termina, no sabes si reír, escribir un poema, o aprender francés para entender qué diablos acaba de pasar...

Escrito en: Cariñoterapia amor, sabes, francés, vino

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas