
La estrategia de Trump para América Latina
El presidente Donald Trump le dedicó cuatro páginas a América Latina - más que a ninguna otra región del mundo - en su nuevo plan de seguridad nacional anunciado días atrás. Pero lamentablemente, hay una palabra que no aparece por ningún lado en esa sección: "democracia".
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional, de 29 páginas, dice que el Gobierno de Trump va a "restaurar la preeminencia de Estados Unidos en el hemisferio occidental" para frenar la migración, combatir el narcotráfico y contrarrestar la influencia de China.
Para lograr esos objetivos, establece un "Corolario Trump a la doctrina Monroe" de 1823, que establecía que Estados Unidos se reservaba el derecho de ser el poder hegemónico en la región e impedir la presencia de potencias extranjeras.
La doctrina Monroe ha sido criticada por muchos como una carta blanca para que Washington interviniera militarmente en la región, y Estados Unidos la había descartado oficialmente en 2013. Pero ahora, esta doctrina volverá a usarse y será "más fuerte que nunca", según anunció Trump el 2 de diciembre.
En el área comercial, la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump dice que "Queremos que otras naciones nos vean como su socio de primera elección, y desalentaremos (por diversos medios) su colaboración con otros".
En lo militar, el documento de Trump afirma que Estados Unidos debe "reconsiderar" su presencia militar en América Latina "para proteger nuestra patria y nuestro acceso a geografías claves en la región."
Agrega que "negaremos a competidores de fuera del hemisferio la capacidad de posicionar fuerzas (militares) u otras capacidades que presenten amenazas, o de controlar recursos estratégicamente vitales en nuestro hemisferio".
Sin decirlo explícitamente, la nueva estrategia de seguridad de Trump divide el mundo en "áreas de influencia". En esa visión del mundo, Estados Unidos es la potencia hegemónica en América Latina, mientras que Rusia lo es en Europa del Este (y quizás en Europa) y China en Asia.
No sorprende que Rusia, que sostiene que Ucrania es parte de su esfera de influencia, está feliz con el documento de Trump. El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que la nueva estrategia de Trump contiene cambios "globalmente conformes a nuestra visión".
Desgraciadamente, el plan de Trump para América Latina no incluye la defensa de la democracia, y no se trata de una omisión accidental.
"La nueva estrategia muestra que Estados Unidos ha dejado de tener interés en promover la democracia en las Américas, y eso es un cambio monumental en la postura de Washington", me dijo Benjamin Gedan, un exfuncionario del Departamento de Estado que actualmente dirige el programa de América Latina del Stimson Center.
En efecto, aunque Estados Unidos históricamente no ha sido muy coherente en defender la democracia y ha hecho la vista gorda con dictaduras como la de Arabia Saudita, en las últimas cinco décadas existió un consenso entre demócratas y republicanos en Washington de que había que promover la democracia en América Latina. La Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos, de 2001, había plasmado ese principio en un tratado regional.
¿Qué impacto tendrá esta nueva estrategia de Trump? Trump es un presidente que improvisa a cada instante, y probablemente no perderá el sueño por lo que dice o deja de decir este documento. Sin embargo, es una guía que miles de funcionarios estadounidenses están leyendo, y que teóricamente tienen que cumplir.
La idea de que Estados Unidos busque un mayor protagonismo en la región es buena, pero eso no se logra echando a cientos de miles de latinoamericanos que llegaron legalmente al país como asilados, ni diciendo que los inmigrantes "ensucian la sangre de nuestro país", ni imponiendo aranceles, ni cortando la ayuda externa.
Además, el tráfico de drogas no se va a terminar únicamente con acciones militares si no se combate simultáneamente el consumo en Estados Unidos. Y la gente no dejará de emigrar si las economías latinoamericanas no crecen vendiendo más productos a Estados Unidos.
Tanto o más importante, si no se defiende la democracia, el resultado tarde o temprano serán dictaduras que producen todo lo que Trump dice querer evitar: más emigración masiva, más narcotráfico, y más alianzas con potencias extranjeras.