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La tolerancia

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J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

En distintos campos, el término Tolerancia adquiere significados específicos. En medicina, se refiere a la capacidad del organismo para convivir con ciertas sustancias sin desencadenar una respuesta inmunitaria. En la industria, designa el margen de error aceptable en la fabricación de productos. Sin embargo, ahora nos enfocamos en la tolerancia como valor social, la disposición a respetar y aceptar las ideas, creencias, preferencias y comportamientos de los demás.

La tolerancia es una cualidad personal, pero sobre todo la concebimos como social, pues es irrelevante que en una sociedad solo unas pocas personas sean tolerantes, mientras que la mayoría persiga a otros por motivos de raza, preferencias sexuales u otras causas. La tolerancia se da en la sociedad y la practica principalmente un grupo determinado.

Tolerar significa aguantar o soportar, y así fue cuando se empezó a mencionar el hecho de permitir a otros pensar a su modo, lo que sucedió en el siglo XVI durante las guerras de religión. Inicialmente, los católicos "toleraban" opiniones de algunos un poco heterodoxos que defendían puntos del dogma que la Iglesia no consideraba como esenciales. Entonces el término tenía un sentido peyorativo, pues se trataba de soportar lo que no se podía erradicar, pero luego el concepto se reafirmó en el siglo siguiente con John Locke y Pierre Bayle. Luego, la Ilustración del siglo XVIII lo convirtió en uno de sus valores fundamentales con el significado de aceptación de otras creencias.

No se equipara a la indiferencia, pues la tolerancia no es solo aguantar al otro pasivamente; hay que escucharlo, comprenderlo y colaborar con él por la simple razón de que compartimos la naturaleza humana. Tampoco implica renunciar a las propias convicciones y aceptar indistintamente cualquier modo de pensar solo por razón de una malentendida tolerancia. Además, si somos tolerantes con las demás personas, tenemos el derecho a exigir reciprocidad, es decir, que los otros no nos discriminen por nuestro pensamiento, origen o preferencias.

Un medio para alcanzar la tolerancia dentro de una comunidad es la comunicación constante. Podemos exponer nuestras diferencias y ver que los otros no son nocivos, sino que tienen modos de pensar o de actuar que se originaron por circunstancias diversas a las nuestras. El diálogo con mente abierta a otras ideas es siempre productivo y nos lleva a una deseable tolerancia, pues implica, evidentemente, capacidad para escuchar y aceptar a los demás.

En una sociedad, la tolerancia se da cuando aceptamos con indulgencia las acciones de otros que se desarrollan en público. Los integrantes de grupos sociales no somos enemigos, sino que podemos ser hasta colaboradores, y para llegar a serlo conviene tolerar nuestras diferencias de manera mutua, aceptando la pertenencia a una humanidad común entre todos.

John Locke, filósofo inglés de la ilustración, escribió un texto denominado Carta sobre la tolerancia, en la que nos advierte sobre la importancia de la diversidad de ideas y del espíritu crítico, alejado de todo fanatismo, como un elemento necesario para el progreso. La Ilustración buscó la tolerancia como opuesto al fanatismo religioso.

Caso curioso fue la intolerancia de los dirigentes de la Revolución Francesa en el llamado Reinado del Terror, cuando los jacobinos, con Maximilien Robespierre al frente, miles de personas fueron ejecutadas por traición o por ser consideradas contrarrevolucionarias. La guillotina simbolizó esta violencia institucionalizada, aunque ellos pregonaban la diversidad de pensamiento como un importante valor revolucionario.

En un pasado más reciente, diversos activistas lucharon por la tolerancia, como Martin Luther King, quien con su resistencia pacífica hizo que las leyes de Estados Unidos, tan intolerantes sobre todo en los estados del sur, fueran cambiadas para reconocer de manera oficial la condición común de humanidad de todos los hombres de todos los colores. Muchos intolerantes, a pesar de su rechazo a los diferentes, tuvieron que ajustar su comportamiento a actitudes más tolerantes, al principio obligados por las leyes, pero luego tuvieron que acostumbrarse y poco a poco se han hecho tolerantes, con muchas destacadas y desafortunadas excepciones.

La tolerancia no tiene límites, pero también es cierto que hay extremos que no están dentro del ámbito de la tolerancia, como el delito o cualquier comportamiento perverso. Además, debemos ser tolerantes con todo, menos con la intolerancia, porque si la aceptamos, caeríamos en una aberrante contradicción.

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