
Lerdo y el autoritarismo que ya no se esconde
El ascenso de Susy Torrecillas a la presidencia municipal de Lerdo no fue producto de una decisión democrática, ni dentro del PRI ni en su coalición con Acción Nacional. Tampoco fue fruto de un proceso electoral limpio, sino el resultado de una imposición operada con descaro por su esposo, el exalcalde Homero Martínez.
En su momento lo advertimos: su candidatura fue un acto de nepotismo tan burdo que ni siquiera intentó parecer sutil. Hoy, a la luz de los hechos, ese origen ilegítimo no sólo se confirma, sino que se traduce en un ejercicio de gobierno marcado por el narcisismo, la opacidad y un creciente autoritarismo.
Los abusos registrados en la elección de las jefaturas de cuartel en los ejidos son la prueba más reciente. Lo que debería ser un proceso comunitario para elegir autoridades auxiliares se convirtió en un capítulo más de control político vertical, presiones, amenazas y un desvergonzado desprecio por la voluntad popular.
En el ejido Vicente Suárez, habitantes denunciaron intimidación a comerciantes y pobladores, en supuesta representación de la Presidenta y, claro, de su consorte. La instrucción, de acuerdo con los testimonios, era detener la participación de una planilla completa bajo advertencias de represalias.
En el ejido Monterrey, donde el Ayuntamiento como una "magnánima" excepción sí permitió votar, la presencia de funcionarios flanqueados por policías municipales buscando favorecer a la planilla oficial no pasó desapercibida. Aun así, la comunidad se impuso y ganó contra toda presión por parte de la pareja dictadora.
No obstante, la verdadera dimensión del atropello se entiende cuando se observa el cuadro completo. Y es que de los 54 ejidos, solo en dos fue autorizado llevar a cabo elecciones. El resto quedó sometido a designaciones directas y opacas. Lo que para el Ayuntamiento es "orden administrativo", para las comunidades es llana y sencillamente un bloqueo al derecho a elegir.
En un video que circuló en redes sociales, la Presidenta Municipal terminó de dibujar el talante con el que ejerce su poder. Susy Torrecillas no solo habla con altanería, sino que trata de dejar claro que, para ella, la democracia en los ejidos es una concesión personal. "Se pueden hacer muchas cosas, si yo quiero", dijo, elevando a dogma lo que debería ser motivo de alarma institucional.
Lo más peligroso no es el atropello en sí, sino la normalización del autoritarismo. Ese "si yo quiero", explica el desaseo de la pasada elección municipal, documentado meses atrás, y expone también la tendencia a gobernar no con diálogo, sino con órdenes respaldadas por una estructura construida por el exalcalde, su esposo, operador político y, tal vez, hasta el presidente municipal de facto.
La democracia no se construye desde arriba ni desde un despacho. Se construye desde abajo, con la gente y respetando su decisión. En Lerdo, ese principio está siendo pisoteado. Y mientras no haya un freno, el autoritarismo seguirá avanzando disfrazado de "orden" y "administración", pero con un sello inconfundible: el de un poder ejercido entre familia y sin contrapesos.
EN LA BALANZA.- En medio de un clima político donde suele predominar la confrontación y la desconfianza, vale la pena reconocer cuando una institución pública hace las cosas bien. El CECyTED se ha convertido en una de las pocas áreas del gobierno estatal capaces de sostener la imagen institucional con resultados, no con discursos. Más allá de las grillas y los señalamientos recientes contra el director, Cuauhtémoc Armas, los logros académicos, deportivos y administrativos del subsistema hablan por sí mismos. Ser primer lugar nacional en transversalidad y mantener servicios gratuitos en zonas indígenas no es menor; es una muestra de disciplina y un proyecto claro. Reconocer lo que funciona también es parte de construir una crítica responsable y completa.
X: @Vic_Montenegro