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¿Los lácteos se relacionan al insomnio? Esto dice un nuevo estudio

Cada vez hay más evidencia que sugiere que la dieta nocturna puede tener un impacto directo en la calidad del descanso.

¿Los lácteos se relacionan al insomnio? Esto dice un nuevo estudio

¿Los lácteos se relacionan al insomnio? Esto dice un nuevo estudio

DANIELA ALMAGUER

Dormir toda la noche se ha vuelto una meta difícil de alcanzar para muchas personas. Pesadillas, despertares frecuentes y sueños perturbadores, aparecen con más frecuencia de lo que se quisiera.

Curiosamente, no siempre se trata del estrés, la pantalla o el ambiente, cada vez hay más evidencia que sugiere que la dieta nocturna puede tener un impacto directo en la calidad del descanso. Entre los alimentos que más llaman la atención, los productos lácteos ocupan un lugar inesperado.

¿LÁCTEOS Y SUEÑOS ALTERADOS?

Un estudio realizado en Canadá con más de mil adultos, reveló una asociación entre el consumo de lácteos y la aparición de sueños inquietantes o interrumpidos.

Las personas que acostumbraban beber leche o comer queso durante la noche, reportaron con mayor frecuencia pesadillas, además de un descanso más fragmentado.

La hipótesis detrás de este hallazgo señala que la lactosa y el azúcar presentes en los productos lácteos podrían generar incomodidad digestiva, lo que se traduciría en un sueño menos reparador y en un aumento de experiencias oníricas negativas.

Este fenómeno no es completamente nuevo. Desde hace décadas circulan anécdotas sobre cenas con pizza o helado que terminan en noches agitadas. Sin embargo, lo novedoso es que hoy se empieza a observar una conexión más clara entre lo que se cena y lo que se sueña, situando a los lácteos en el centro de la conversación sobre higiene del sueño.

¿HAY QUE RENUNCIAR A ELLOS?

La buena noticia es que no es necesario desterrar a los lácteos de manera radical. La clave está en la moderación y en el momento del día en que se consumen. Por ejemplo, se recomienda evitar cenas muy pesadas a base de leche o quesos, sobre todo cuando se ingieren en grandes cantidades justo antes de dormir.

En cambio, se puede optar por versiones más ligeras, como yogur natural o kéfir, que suelen resultar más digeribles y menos agresivos para el sistema digestivo durante la noche.

Otro consejo práctico es combinar pequeñas porciones de lácteos con alimentos ricos en fibra, como manzana, frutos rojos o nueces, ya que esto ayuda a equilibrar la digestión y reducir la probabilidad de molestias nocturnas.

Asimismo, conviene dejar pasar al menos dos o tres horas entre la cena y la hora de acostarse, de modo que el cuerpo tenga tiempo suficiente para procesar los alimentos. Incluso algo tan sencillo como dormir con la cabeza ligeramente elevada o mantener la habitación fresca puede marcar la diferencia en la calidad del descanso.

Claro que no todo recae en la alimentación. Mantener una rutina de higiene del sueño sigue siendo fundamental: apagar dispositivos electrónicos una hora antes de dormir, leer un libro, practicar respiración consciente o dedicar unos minutos a la meditación pueden potenciar un descanso profundo y reparar las posibles alteraciones causadas por la dieta.

En conjunto, estos hábitos representan una fórmula más amable con el cuerpo y la mente, y ayudan a lograr ese anhelado sueño continuo y reparador.

Escrito en: salud lácteos insomnio lácteos, sueño, cena, higiene

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