
Martha Mendoza, alcaldesa de Tepalcatepec, Michoacán, es asesinada a balazos
La mañana del martes17 de junio, Martha Mendoza, alcaldesa en funciones de Tepalcatepec, Michoacán, fue asesinada a balazos mientras salía de su domicilio. Su esposo, quien la acompañaba, también falleció en el ataque. El atentado ocurrió a plena luz del día en una de las zonas más conflictivas del estado, donde la presencia de grupos armados es constante y la seguridad pública lleva años rebasada.
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Este nuevo crimen vuelve a dejar al descubierto la extrema vulnerabilidad de las figuras públicas locales en regiones donde el crimen organizado impone condiciones, infiltra instituciones y anula cualquier intento de gobernabilidad real.
Una región tomada por el miedo
Tepalcatepec ha sido, durante la última década, uno de los epicentros del conflicto entre cárteles, autodefensas desmovilizadas y fuerzas estatales debilitadas. La ejecución de Mendoza no es un hecho aislado ya que se suma a una larga lista de atentados contra autoridades municipales en Michoacán, donde ejercer un cargo público implica riesgos mortales.
La alcaldesa, identificada con el partido político de Morena, asumió funciones en un contexto marcado por amenazas, extorsiones y violencia política. Según testimonios recogidos en el municipio, Mendoza era reconocida por mantener una postura firme frente a la presión de los grupos armados, lo que habría sido un factor determinante en su ejecución.
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Ausencia de la seguridad
A pesar de los múltiples operativos y anuncios de seguridad en la región, los hechos evidencian una triste constante en la población, y no solo en Michoacán, sino en muchas zonas del país, simplemente el Estado no controla el territorio. La ejecución de una presidenta municipal en funciones, refleja una ausencia total de garantías mínimas de protección.
Hasta el momento, las autoridades federales y estatales han condenado el crimen y prometido investigaciones. Sin embargo, los ciudadanos y líderes locales ya no confían en las promesas: saben que los autores materiales rara vez son detenidos, y los intelectuales, menos aún.