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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Té de menta o yerbanís para las señoras, y para los señores una copa -o dos o tres- del recio mezcal de la montaña. Ha terminado la sabrosa cena en la vasta cocina de la casona del Potrero. La conversación se anima con la música del agua que borbolla en la olla del fogón.

Don Abundio relata una ocurrencia de doña Rosa, su mujer:

-Acompañó a nuestra hija al baile del Sábado de Gloria. Un individuo de Saltillo nombró a Rosita, o sea que la invitó a bailar. Ella no salió. Le dijo al tipo: "Tengo novio". En tono burlón le preguntó el sujeto: "¿A poco tiene novio?". Por Rosita respondió esta Rosa: "Pos a poco no, pendejo".

Todos reímos, menos doña Rosa. Enojada, masculla entre dientes:

-Viejo hablador.

Don Abundio figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:

-Por ésta.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: EDITORIALES Mirador poco, Abundio, doña, menta

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