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Mis XV para papá

'Mis XV para papá', el unipersonal de Melissa Zaragoza que cautiva a los duranguenses

La actriz permitió a los espectadores adentrarse en una de las heridas más profundas de su vida, la muerte de su padre en 2007, en Durango.

'Mis XV para papá', el unipersonal de Melissa Zaragoza que cautiva a los duranguenses

'Mis XV para papá', el unipersonal de Melissa Zaragoza que cautiva a los duranguenses

DANIELA ALMAGUER

El Teatro Victoria fue el espacio donde Melissa Zaragoza presentó el monólogo “Mis XV para papá. ¿Puede un fantasma tener mi voz? Textos y conjuros para exorcizar a una hija actriz”, una obra unipersonal de corte autobiográfico, en la que la actriz permitió a los espectadores adentrarse en una de las heridas más profundas de su vida, la muerte de su padre en 2007. Desde el primer instante, la pieza expuso un territorio íntimo que pocas veces se comparte públicamente, mucho menos en un escenario.

“Esta obra no debería verla mi madre, esta obra no debería verla mi hermano, pero no soy capaz de impedírselo aun sabiendo su respuesta para cada cosa que hago, no debería de verla nadie que te conoció, porque no sé si soy capaz de mirarlos a los ojos al encontrarmelos en la calle, la casa o en cualquier lugar” fueron las palabras con las que inició el monólogo autobiográfico, un aviso de honestidad radical y un umbral emocional que marcó el tono de lo que vendría.

LA MUERTE DEL PADRE COMO EJE

A lo largo de la obra, Zaragoza, quien la escribió y trabajó en conjunto con Ricardo García, recrea no solo la muerte de su padre, Maximiliano, sino también momentos de su infancia y vivencias compartidas con él.

En paralelo, expone sin reservas las emociones que la ausencia le genera: la nostalgia, la incompletud, las preguntas que nunca dejaron de surgir, los supuestos que se repiten, las dudas que no se disuelven y esas “formas” que hubiera querido, hubiera, grandes “hubiera”.

La narrativa ofrece al público todos los elementos necesarios para comprender el hecho trágico. En una escena de enorme fuerza, la propia Zaragoza lee en voz alta algunos fragmentos de aquella nota periodística, publicada precisamente por este medio de comunicación, en la que se describe el homicidio, un recurso que sorprende, y sacude, por el contraste entre la crudeza del documento y la delicadeza del rito escénico.

“A unas cuantas horas de que arribara el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa a la ciudad de Durango para asistir a un evento social y religioso en la Catedral de la capital, se registró la doble ejecución”, señala la nota fechada el 21 de julio de 2007.

Y continúa, “Max ya estaba afuera de la camioneta cuando dos de ellos empezaron a dispararle ocasionándole 10 heridas de entrada producidas por proyectil disparado por arma de fuego en varias partes del cuerpo”.

CATARSIS, TENSIÓN Y PREGUNTAS SIN RESPUESTA

Zaragoza reconoce que, como no puede ser su padre, será uno de los hombres que le quitaron la vida, y es a través de esa figura que recrea la escena. Esta decisión provoca una tensión palpable entre las butacas, un silencio casi absoluto en el público, que alterna entre la incomodidad, la tristeza y la pregunta interna ¿con qué valor lo cuenta?, ¿cómo puede hacerlo?, ¿qué dirán sus familiares?

Pero hay que mencionar que no se trata de valor, sino de una catarsis necesaria, de una resiliencia que tal vez llegó con los años y de una responsabilidad consigo misma, ser fiel a su dolor, mirarlo de frente y convertirlo en arte.

Lo que sucede en escena se transforma entonces en un acto de liberación que, aunque profundamente íntimo, se comparte como un gesto de verdad con quienes observan.

El hecho, además, no es ajeno a la memoria de los duranguenses. Entre el público, varios asistentes lo reconocieron y comentaron en voz baja los recuerdos que guardan del acontecimiento.

UNA VIDA INVENTADA PARA SOBREVIVIR

Durante la función, Melissa recurre a elementos audiovisuales, fotografías, videos, fragmentos documentales, que enriquecen el peso emocional de la obra y dan profundidad al proceso de reconstrucción.

“Esta obra no deberías verla tú, porque la hice para ti, para inventarte, crearte, conocerte y para volver a matarte, pero a mis tiempos, a mis formas”, dice la actriz dirigiéndose a su padre en uno de los momentos más contundentes del monólogo.

La puesta en escena revela una serie de recuerdos inventados sobre una vida que no le es ajena, pero que sí completamente desconocida, una búsqueda de lo que no fue, un intento por recrear la cercanía perdida a través de imágenes, palabras y ritos que dan forma a una historia interrumpida.

UNA OBRA QUE TOCA LO HUMANO

Así, la obra interpretada por Melissa Zaragoza y realizada con apoyo del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (FONCA), cautivó al público con una historia profundamente humana donde memoria, ausencia y amor filial se entrelazan para dar lugar a un acto escénico de reconciliación y perdón.

Con una interpretación cargada de sensibilidad, Zaragoza sostuvo la atención del público con cada palabra, cada gesto y cada silencio. Su presencia sobre el escenario transmitió la complejidad del duelo, la rabia contenida, la ternura hacia un padre ausente y la necesidad urgente de poner en palabras aquello que ha sido por años insoportable. En “Mis XV para papá”, la actriz no solo cuenta su historia, la exorciza.

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