
Nave lanzada por la URSS hace 50 años regresaría a Tierra y podría caer en México en mayo 2025
Lo que comenzó como una misión soviética hacia Venus en 1972 ha derivado en un posible riesgo para la Tierra, pues la sonda Cosmos 482, lanzada en su momento por la hoy extinta Unión Soviética, quedó atrapada en órbita terrestre tras una falla en el cohete que debía impulsarla y ahora, 52 años después, su reingreso es inminente, aunque su destino sigue siendo incierto.
El astrónomo y especialista en rastreo de satélites, Marco Langbroek, ha seguido el rastro de la cápsula durante años y estima que su caída ocurrirá entre el 9 y 10 de mayo de 2025 y según cálculos recientes, el impacto podría darse en territorio mexicano, aunque debido a la amplitud de su trayectoria orbital, aún no hay certeza sobre la zona final de descenso.
¿Podría realmente aterrizar en México?
El problema se originó en una falla del cohete Mólniya 8K78, que dejó varada la nave en el espacio y si bien, gran parte del vehículo cayó en la década siguiente, la cápsula de aterrizaje sobrevivió, permaneciendo en órbita por más de cinco décadas. Su escudo térmico de titanio, diseñado para soportar la atmósfera de Venus, podría permitirle resistir la reentrada en la Tierra.
Las proyecciones indican que la nave podría caer en cualquier punto entre los 51.7 grados de latitud norte y sur, abarcando desde Canadá hasta el Cabo de Hornos en Sudamérica; México, como se mencionó previamente, figura como una posible zona de impacto, aunque Langbroek considera que lo más probable es que termine en el océano.
¿Sería realmente peligroso o no?
El investigador Jonathan McDowell, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, señala que lo ideal sería que el escudo térmico fallara para que la nave se desintegrara en la atmósfera y, de sobrevivir, podría impactar con una velocidad de 242 kilómetros por hora, generando un efecto similar al de un pequeño meteorito.
Otro factor de incertidumbre es el posible paracaídas aún presente en la cápsula, diseñado para la atmósfera de Venus, aunque es poco probable que funcione en la Tierra, especialmente tras 53 años de inactividad y baterías agotadas; su reingreso plantea riesgos moderados, pero también representa una oportunidad única para estudiar un fragmento de una misión espacial soviética que nunca llegó a su destino.