
¿Por qué tener una mascota es un antídoto contra el estrés?
Tener cerca a un animal puede ser uno de los remedios más simples y profundos para mejorar el estado de ánimo. Ya sea un perro que salta al verte llegar, un gato que se acomoda sobre tus piernas, o incluso un pequeño cuyo que te observa curioso desde su jaula, la conexión entre humanos y animales tiene un poder emocional indiscutible.
Y es que desde hace bastante tiempo que se sabe que estar en contacto con un animal genera efectos inmediatos en el cuerpo. Diversos estudios psicológicos y médicos han demostrado que acariciar a una mascota reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y estimula la liberación de oxitocina, también conocida como la “hormona de la felicidad”. Ese simple momento de contacto ayuda a bajar la tensión arterial, relajar la respiración y generar una sensación de calma.
Además, quienes conviven con animales tienden a sentirse menos solos. La presencia de una mascota aporta compañía, propósito y afecto sin juicios ni exigencias. Un gato que ronronea o un perro que espera pacientemente frente a la puerta se convierten en recordatorios silenciosos de que alguien nos necesita y nos quiere, sin importar el día.

RUTINA, MOVIMIENTO Y ALEGRÍA
Tener una mascota también implica movimiento y estructura. Los paseos diarios con un perro, el momento de alimentar a un gato o limpiar la jaula de un cuyo generan rutinas que ayudan a mantener el equilibrio emocional. Estas pequeñas tareas, más allá de la responsabilidad, aportan ritmo, sentido y conexión con el presente.

De hecho, los estudios sobre salud mental coinciden, las personas con animales en casa presentan menos síntomas de depresión y ansiedad, y suelen recuperarse más rápido de momentos difíciles. En parte, esto se debe a la regularidad que implica cuidar de otro ser vivo, pero también al simple hecho de dar y recibir afecto cada día.
BENEFICIOS, MÁS ALLÁ DEL ÁNIMO
El vínculo con los animales no solo es emocional, también físico. Caminar con un perro favorece la actividad cardiovascular; observar peces o aves tiene un efecto relajante; y compartir tiempo con pequeños animales como cuyos o conejos puede disminuir la presión arterial.
Incluso hay terapias asistidas con animales utilizadas para tratar el estrés postraumático, la depresión o el aislamiento social en personas mayores. Los resultados coinciden: la compañía de los animales mejora el bienestar general y promueve actitudes más positivas.

Sin embargo, convivir con una mascota no se trata únicamente de recibir amor; también es ofrecerlo. Los animales perciben la atención, el tono de voz y las emociones humanas. Un perro que mueve la cola cuando lo acarician o un gato que se acurruca a tu lado responden a esa energía compartida. Cuidar de ellos fortalece la empatía y despierta una sensación de propósito que muchas veces se traduce en bienestar mental.
RESPONSABILIDAD Y CARIÑO
Claro, tener un animal no es una receta mágica. Implica compromiso, constancia y cuidados veterinarios. Sin embargo, cuando se asume con responsabilidad, el beneficio emocional se multiplica. Desde enseñar a un cachorro a sentarse hasta limpiar el hábitat de un cuyo, cada acción refuerza un lazo que nutre a ambos.
En un mundo donde las pantallas, la prisa y el estrés son parte del día a día, compartir la vida con un animal puede funcionar como un bálsamo emocional. No importa si es grande o pequeño, peludo o con plumas, cada uno ofrece una forma distinta de compañía y alegría.