
Presa Tunal II: solución y problema
Por décadas, los gobiernos han prometido que el desarrollo resolverá nuestras carencias más urgentes. En Durango, la Presa Tunal II es vendida como la solución definitiva al abasto de agua para la capital. Pero lo que no siempre se menciona con la misma fuerza es el precio ambiental, social y hasta moral que habremos de pagar los duranguenses por ello.
Una presa es una barrera artificial construida a lo largo de un curso de agua. Normalmente, un río limita el flujo natural y la barrera crea un lago artificial conocido como embalse. Su construcción puede tener diversos propósitos, como la producción de energía, la prevención de inundaciones, el riego y, en nuestros días, el abastecimiento del vital líquido para las zonas urbanas.
Ahora bien, si la construcción de presas y embalses ofrece numerosos beneficios económicos y de abastecimiento para el consumo humano, estudios recientes han demostrado que estas barreras artificiales pueden tener diversos impactos negativos en el medio ambiente, irreversibles, que a largo plazo pueden llegar a influir en el calentamiento global.
La construcción de la Presa Tunal II, uno de los proyectos hídricos más ambiciosos para garantizar el abasto de agua en Durango capital, inevitablemente traerá consigo un impacto irreversible en uno de los sitios naturales más emblemáticos de la región, como lo es el paraje ecoturístico conocido como Tres Molinos.
Y es que, gran parte del lugar, desaparecerá al quedar sumergido bajo el agua cuando el proyecto quede terminado y pueda iniciar la captación en el embalse. El paraje, ubicado al sur de la capital duranguense, es amplia y tradicionalmente visitado por locales y turistas, pero también es un importante ecosistema y un pulmón para la región del Valle del Guadiana.
Más allá de los discursos oficiales, la realidad es que el Gobierno del Estado de Durango deberá erogar 120 millones de pesos por el impacto ecológico de la Presa Tunal II, un monto que, difícilmente podríamos equiparar con las graves consecuencias que se derivarían al medio ambiente. ¿Qué cantidad de dinero puede sustituir un entorno ecológico?
Los defensores del proyecto podrán apelar al bien común: más agua, más seguridad hídrica, menos inundaciones. No obstante, el debate queda abierto mientras se esconda en la letra pequeña el retroceso en políticas ambientales, la improvisación en la planeación territorial y el desprecio sistemático a voces ciudadanas que exigen un modelo de desarrollo más justo y equilibrado.
Habrá quien pueda argumentar que hay compensaciones económicas, sin embargo Durango no necesita más obras monumentales que sirvan como vitrina de logros políticos. Lo que necesita es una visión de futuro que no sacrifique lo irrecuperable en nombre de lo urgente. Necesitamos agua, sí. Pero no a costa de convertir en ruina nuestros recursos naturales.
EN LA BALANZA.- La crítica del ex presidente municipal Jorge Salum pone el dedo en una llaga profunda, como el desprecio institucional que el actual gobierno estatal y municipal parecen mostrar por la continuidad de políticas públicas serias, particularmente en materia ambiental. No se trata de cuántos árboles se plantan para la foto, para el mensaje político, sino de cuántos de ellos sobreviven. La ecología no es botín político, es una responsabilidad compartida.
CERROS SECOS Y PELONES... La posible desaparición de 42 escuelas rurales en La Laguna de Durango no es solo un dato más en la estadística educativa; es un grito de alerta sobre el abandono sistemático del campo y la marginación de sus comunidades. El que la Secretaría de Educación considere transferir estos planteles a Conafe exhibe una renuncia tácita del Estado a garantizar educación digna y profesional para las niñas y niños que, por nacer lejos de las ciudades, parecen condenados a segundas opciones.
X: @Vic_Montenegro