
¿Qué hago con mi vida ahora que mis hijos crecieron?
Bueno, bueno, bueno... ¡tus hijos ya crecieron! Se fueron de casa, son adultos responsables (o al menos lo aparentan), y ahora te quedas mirando el techo y la pared preguntándote: ¿qué demonios hago con mi vida?
Ahora que mis hijos crecieron, me toca ¡divertirme! Bueno, bueno, bueno... ¡los hijos se hicieron grandes! Ya no tengo que estar al pie del cañón con el uniforme planchado ni ser la chef tres veces al día. Ahora soy la reina de mi propia vida. Así que me pregunto: ¿qué hago con mi vida ahora que ya no cargo mochilas ajenas?
Creo que ha llegado mi tiempo de redescubrirme y reinventarme ¿recuerdas la mujer que eras antes de ser mamá? Sí, tú misma... esa persona que tenía hobbies y sueños, antes de que tuvieras que ser chofer, chef, psicóloga, maestra y cajera todo al mismo tiempo.
Ahora el tiempo es mío, y lo uso para leer, pintar, bailar salsa, hacer yoga, escribir novelas de amor o hacer lo que se me venga en gana. Siempre quise aprender francés ¡Este es el momento! (Aunque termine diciendo "croissant" con acento español). Ahora el tiempo es mío y cada rincón de mi casa también, es una maravilla poder ocupar el baño sin que alguien me interrumpa cada dos minutos, Incluso puedo ver la tele sin preocuparme por censurar cada escena de beso.
Ahora puedo revivir mis éxitos favoritos sin que nadie me diga "¡bájale!", subo el volumen de mi música favorita a todo a todo lo que da. Ahora soy DJ de mi propia fiesta: pop, salsa, rock ochentero o lo que sea. Y si quiero bailarlo como loca en pijama arriba de mi cama, ¡pues lo bailo!
Ahora como lo que se me antoje (sin compartir). Nada de "Mamá, dame de tus papitas." Ahora las papitas son mías. Y si quiero cenar pizza, tacos o sushi, ¡también! Nadie me va a pedir ni un bocado (bueno, mi perro tal vez, pero a él se lo doy con gusto).
Me encanta quedarme en la cama hasta la hora que me dé la gana. Si quiero despertarme tarde, lo hago; si quiero dormir temprano, también. ¡Soy libre!
Puedo viajar a donde yo quiera. Ahora los viajes no llevan reservaciones en hoteles con alberca de pelotas, por fin mis viajes no incluyen parques infantiles ni comidas de nuggets, ¡Ahora puedo ir a la Toscana, a Marruecos o a un pueblito mágico y disfrutar a lo grande! risas, cero preocupaciones y brindis infinitos.
Ahora me divierto como si tuviera 20 (¡o menos!) Ahora que no tengo que revisar tareas, puedo salir con mis amigas a: Brindar con margaritas, reírnos hasta que nos duela la panza, o contarnos secretos que nadie más entiende, hasta la hora que sea.
Ahora estoy aprendiendo a enamorarme... pero de la vida (y tal vez de alguien más)... Ahora que tengo tiempo y espacio para mí, puedo aprender a enamorarme de nuevo: De mí misma, de la vida y de las cosas simples. Y, si el universo conspira, con alguien que me haga reír y me consienta, todo lo que sea amoroso es bienvenido.
Bueno, bueno, bueno... ¡Y lo mejor! Redescubrir quién soy sin la etiqueta de "mamá de..." puede ser liberador. Ahora que mis hijos crecieron, sé que la vida no se acaba. ¡Al contrario! Se abre un abanico de posibilidades para reinventarme, reírme de mi misma y de cada historia loca que he vivido y seguir atreviéndome a soñar en grande. Porque yo soy la protagonista de esta historia y la vida acaba hasta que se acaba y la verdadera aventura apenas empieza ¡Ohh! ¡Sí!...
