En la dinámica política de Coahuila, la figura del fiscal Federico Fernández Montañez ha sido hasta hace pocas semanas, una de las más visibles en redes sociales -a la cual el propio fiscal es tan asiduo y se nota que sabe utilizar con destreza- y en la comunicación pública. Su cercanía con el gobernador Manolo Jiménez Salinas lo había colocado como un perfil en ascenso, incluso considerado claramente como un posible sucesor dentro del proyecto político estatal. Sin embargo, recientemente se ha observado una disminución notable en su exposición mediática y un papel secundario en eventos clave, como el primer informe de la segunda administración del alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda González, celebrado el día de ayer al mediodía en el teatro Nazas.
La presencia constante de Federico Fernández en redes sociales no solo respondía a una estrategia de comunicación institucional, sino también a la construcción de un perfil político propio, su visibilidad lo posicionaba como un referente en materia de seguridad pública, un tema central en la agenda del gobernador Jiménez Salinas, en los que se han ofrecido resultados tales que colocan a Coahuila como la segunda entidad federativa más seguro de México, apenas por detrás de Yucatán.
En ese contexto, era claro que su figura podía ser interpretada como una carta fuerte para futuras aspiraciones políticas.
Sin embargo, en las últimas semanas Fernández Montañez ha reducido significativamente su actividad en redes sociales y su rol en actos públicos. El cambio resulta llamativo, dado que la comunicación digital había sido uno de sus principales instrumentos de posicionamiento.
Una hipótesis de este viraje en la conducción de su imagen es que esta disminución no responde a un descuido, sino a una decisión estratégica, que en el terreno meramente especulativo podrían responder a diferentes causas, que van desde un reajuste interno en el equipo del gobernador, donde es posible que el gobernador Jiménez Salinas haya decidido redistribuir protagonismos dentro de su equipo, dando mayor visibilidad a otros actores políticos; la necesidad dentro de la política coahuilense que se caracteriza por la necesidad de mantener equilibrios entre distintas figuras y regiones y hasta la que algunos podrían considerar una exposición excesiva de Fernández podría haber generado tensiones con otros liderazgos.
Es natural que al ser visto como un posible sucesor, su protagonismo pudo haber sido moderado para evitar especulaciones prematuras o conflictos internos, estando muy lejos los tiempos de relevo. Otra posibilidad más es que dentro de un contexto donde la seguridad pública es un tema sensible, mantener al fiscal en un rol más técnico y menos político podría ser una forma de blindar la gestión frente a críticas y permitirle mayor margen de maniobra dentro de su campo jurisdiccional.
La disminución en la exposición pública de Federico Fernández no parece ser casual, sino parte de una estrategia política más amplia. Una hipótesis podría sugerir que el gobernador Manolo Jiménez Salinas busca equilibrar liderazgos, contener expectativas sucesorias y mantener la gestión de seguridad en un perfil más técnico que político. En este escenario, Fernández sigue siendo una pieza clave, pero su papel visible se ha ajustado para responder a las necesidades de gobernabilidad y proyección de otros actores dentro del proyecto estatal.
Así pues, no obstante que es indiscutible hasta ahora que el actual fiscal de Coahuila es un personaje que ha demostrado capacidad suficiente para secundar al gobernador en la batalla por la seguridad del estado, no deja de ser sorprendente que ayer se vio muy lejos del ejecutivo estatal, ya sea al inicio del informe del alcalde Cepeda y no se diga la final, donde como es costumbre el gobernador sale del lugar acompañado de sus más cercanos en el momento y claramente, Fernández no estuvo cerca de ello. Quizá como se ha expresado líneas arriba, sea solo parte de una estrategia. Al final estas observaciones pueden ser erróneas, pero el tiempo lo responderá.