
Popular. El té de manzanilla, con propiedades relajantes y digestivas, se mantiene como un clásico de la herbolaria y la salud natural.
El té de manzanilla, una de las infusiones más antiguas y consumidas en el mundo, ha pasado de ser un remedio casero transmitido por generaciones a un objeto de interés para la ciencia médica. Su sabor delicado y su aroma floral lo convierten en una bebida reconfortante, pero detrás de esa sencillez se esconden propiedades con efectos positivos para la salud.
Y es que gracias a sus compuestos naturales como la apigenina, la manzanilla ayuda a disminuir el estrés, la ansiedad y a inducir el sueño. Por ello, una taza antes de dormir puede favorecer un descanso profundo y combatir el insomnio de manera natural.
Entre sus beneficios más conocidos está el alivio de molestias gastrointestinales: reduce la inflamación abdominal, calma cólicos y ayuda a regular la digestión después de comidas pesadas. Su efecto antiespasmódico lo hace útil en casos de dolor estomacal o síndrome de intestino irritable. Por otro lado, los antioxidantes presentes en la manzanilla fortalecen las defensas naturales del cuerpo, contribuyendo a prevenir resfriados y otras infecciones leves. Al ser una bebida sin cafeína, puede consumirse a cualquier hora del día sin alterar el organismo.
Además de su consumo en infusión, la manzanilla tiene aplicaciones externas. Utilizada en compresas o baños de vapor, ayuda a calmar irritaciones cutáneas, enrojecimientos y pequeñas heridas. También se recomienda para aliviar dolores musculares y menstruales.
Otro de sus grandes atractivos es su accesibilidad: se encuentra fácilmente en supermercados, herbolarias y farmacias, ya sea en bolsitas listas para preparar o en flor seca para quienes prefieren una preparación más tradicional. Puede combinarse con miel, canela o limón para potenciar sus efectos y su sabor.
Por todo ello, el té de manzanilla sigue siendo considerado una bebida de bienestar integral, económica y con grandes propiedades.