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¿Restorán o restaurante?

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¿Restorán o restaurante?

¿Restorán o restaurante?

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Unos establecimientos comerciales muy comunes en nuestro medio son los restaurantes, lugares donde nos sirven de comer por un precio, y nosotros disfrutamos las viandas hechas por otros, lo que nos causa placer, pues no nos basta que la comida sea sabrosa, le añadimos el hecho de que no la cocinamos nosotros y eso agranda nuestro goce. Es posible que algunos disfruten la actividad de cocinar, pero eso no le sucede a todo el mundo, además, el hecho de que ingiramos alimentos que otra persona preparó, nos levanta la autoestima y nos parece agradable, ya que, en ocasiones, quien cocina sufre de saturación olfativa y gustativa, y eso hace que no disfrute a cabalidad la comida que él mismo preparó.

Desde que era pequeño, me preguntaba por qué se llamaban así estos lugares donde "se come ajeno", y mucho después (ya adulto mayor) encuentro la respuesta muy bien documentada y convincente en el libro de Ricardo Soca titulado La Fascinante Historia de las Palabras. Se lo comparto con versión propia:

Restaurante viene del verbo Restaurar, que significa recuperar o recobrar, o lo que es lo mismo, volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía. Esta definición la da la Real Academia Española en su diccionario.

Como vemos, se restaura un mueble, una pintura o una casa para remediar el deterioro que ha sufrido a través del tiempo y como efecto del uso o de las inclemencias climáticas, pero ¿qué tiene que ver la comida con la acción de remendar y volver a pintar algo? Aparentemente muy poco o nada, pero si vemos la historia de la palabra restorán nos damos cuenta de que sí reparamos algo cuando vamos a este tipo de establecimientos.

Antes de la Revolución Francesa, existían solamente las ventas, establecimientos donde se hospedaban los viajeros, quienes además de un lugar de descanso, requerían alimentos. Estos negocios se encontraban al lado de los caminos, no en las ciudades, donde existían las tabernas, pero ya sabemos que ahí se sirven bebidas alcohólicas y solo en ocasiones algo de comer.

Un cocinero parisino, de apellido Boulanger, se quedó sin trabajo y tuvo la ocurrencia de poner su propio negocio. Fue así como en 1765 abrió su casa de comidas. Para que la gente supiera el propósito de su establecimiento, puso un letrero muy atractivo con una leyenda escrita en latín vulgar: "Venid a mí los que tenéis el estómago vacío que yo os lo restauraré".

Veinticuatro años después llegó la Revolución Francesa, y luego de que se asentó la idea de que el pueblo tenía el mismo derecho que los nobles para disfrutar las comodidades de la vida moderna de aquel entonces, se popularizó la idea de comer a la manera de los aristócratas -quienes no cocinaban porque esa actividad era propia de plebeyos-, y así la gente común empezó a frecuentar esas primeras casas de comida, que pronto se multiplicaron.

El señor Boulanger no tenía un nombre para su establecimiento, por eso le puso un rótulo con el texto muy largo según nuestros actuales parámetros, pero en esos días los títulos de los negocios no eran tan compactos como los de hoy, aunque de todos modos el letrero describía de manera un tanto confusa el servicio que ofrecía. Después de un tiempo, quienes se dedicaban a esa noble actividad de cocinar para los demás y servirles a cambio de un precio, tomaron el verbo restaurar como el núcleo del concepto y denominaron a sus negocios como el lugar donde se restaura un estómago vacío.

Puesto que el nombre viene del idioma francés, comúnmente decimos y escribimos esta palabra como si estuviéramos hablando la lengua de Víctor Hugo, por esa razón decimos restorán, pronunciación cercana a la palabra francesa que se escribe "restaurant". Pero también podemos decirla por escrito y pronunciarla como restaurante, si deseamos españolizarla por completo.

Como usted puede apreciar, curioso lector, cualquier opción de las anteriormente señaladas es válida en nuestra lengua, es decir, es correcto decir y escribir restaurante, restorán o restaurant, y la prueba que aduzco para justificar mi dicho es que el programa Word en el que estoy escribiendo, en ninguna de estas tres palabras me advierte incorrección con el subrayado en rojo.

Escrito en: OPINIÓN Editoriales actividad, negocios, comida, palabra

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