
¿Sientes que hay poco entusiasmo por la Copa del Mundo 2026? No lo imaginas, hay razones de peso
Si te parece que México no respira Mundial como antes, no es tu imaginación. Hay varios factores que han apagado el entusiasmo rumbo a 2026, y todos tienen algo en común: han diluido la emoción colectiva que caracterizó a las ediciones del 70 y, especialmente, la del 86.
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Un Mundial que no se siente “de México”
En 1970 y 1986, México era anfitrión absoluto. La fiesta era nacional, el papel protagónico también.
En 2026, en cambio, el Mundial se comparte con Estados Unidos y Canadá. Ellos se quedaron con la inauguración, las semifinales, y la final. México recibe partidos… pero sin el protagonismo ni el peso simbólico que generan ilusión.
Eso, desde el arranque, enfría el ambiente.

Una Selección sin identidad ni narrativa emocionante
La afición llega golpeada después de Qatar 2022, con un proyecto deportivo que no termina de convencer y sin figuras capaces de emocionar al país entero.
No hay un Hugo, un Cuau, un Chicharito en su mejor momento.
Y cuando la Selección no prende, el Mundial tampoco.
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La ausencia total de marketing mundialista
En 1986 México estaba pintado de mundial: cromos, anuncios, jingles, Pique por todos lados, promociones, campañas.Hoy, a meses del torneo, la mayoría de la gente no conoce:
- la mascota
- la canción
- el slogan
- un solo spot memorable
El ambiente no se construye solo: se crea, se activa, se mueve. Y esta vez, nadie lo está moviendo.
El desastre silencioso: la crisis con las televisoras
Aquí está uno de los factores más fuertes —y menos discutidos— del apagón emocional.
TV Azteca no transmitirá el Mundial completo.
Para millones de mexicanos, eso es un golpe duro: se pierde la chispa, el humor y el estilo que convirtieron las transmisiones de futbol en una experiencia cultural.Sin Martinoli, Luis García y Zague narrando todos los partidos, el ambiente se achica.
Del otro lado, Televisa tendrá mayor cobertura, pero su estilo actual es más corporativo, menos emocional, y en una época donde la audiencia quiere cercanía, eso resta.
Además, la transmisión estará fragmentada: algunos partidos en tele abierta, otros en cable, otros en streaming. El Mundial dejó de ser universalmente accesible. Y cuando el país ya no ve lo mismo al mismo tiempo, la magia colectiva se debilita.
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Boletos caros, sedes limitadas y un Azteca lleno de incertidumbre
Vivir un partido mundialista en México será costoso: viajes, hospedaje, boletos, consumo.Y aún existe incertidumbre alrededor del proyecto final del Estadio Azteca.Estos factores también enfrían el ánimo: la gente siente que podrá ver el Mundial… pero no vivirlo.
Un país distraído por problemas urgentes
Inflación, inseguridad, desgaste político y social. El ánimo colectivo no está en modo celebración, sino en modo supervivencia. Eso afecta el ambiente, quieras o no.
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El factor que falta: el “Chiquiti Boom” del 2026
Porque sí, más allá de logística, economía y televisión, hay algo intangible que un Mundial necesita: su chispa cultural. En 1986 había jingles, porras, iconos, momentos compartidos. Había eso que todos repetíamos sin pensar: “Chi-qui-ti-boom, a-la-bi-bombá…”
Era la emoción hecha sonido. Era el grito que prendía al país.
En 2026, ese elemento todavía no existe. No hay jingle, no hay porra, no hay canción, no hay un símbolo que aglutine el ánimo nacional.
Falta ese jalón emocional.Falta ese coro que se te pega.Falta el detalle que enciende todo.
Falta, en pocas palabras, el Chiquiti Boom del 2026.