Mejor. No existe una bebida mejor o peor que otra, ya que todo es cuestión de gustos.
En el mundo de las bebidas estimulantes, pocos debates son tan frecuentes como el de elegir entre café o té. Ambos tienen siglos de historia, millones de adeptos y beneficios comprobados, pero ¿cuál es mejor?
Hay que iniciar por diferenciar. El café es famoso por su alta concentración de cafeína, lo que lo convierte en el aliado predilecto para iniciar el día o mantenerse despierto durante largas jornadas. Una taza promedio contiene entre 80 y 100 miligramos de cafeína, lo suficiente para mejorar el estado de alerta, la concentración y el rendimiento físico a corto plazo.
En contraste, el té especialmente el verde y el negro, también contiene cafeína, pero en menor cantidad (30 a 50 miligramos por taza). Además, aporta L-teanina, un aminoácido que promueve la relajación sin provocar somnolencia. Esta combinación da como resultado un estado de alerta más suave y sostenido, una gran diferencia de lo que ocurre con el café.
Ambas bebidas ofrecen propiedades antioxidantes y efectos positivos sobre la salud cuando se consumen con moderación.
El café ha sido asociado con menor riesgo de enfermedades como el Parkinson, la diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer. Por su parte, el té se relaciona con la salud cardiovascular, la reducción de colesterol y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
Ahora bien, el café puede resultar agresivo para personas con problemas digestivos o sensibilidad gástrica, ya que estimula la producción de ácido estomacal. El té, más suave en ese aspecto, suele ser mejor tolerado por quienes tienen estómago delicado.
Así, ambas bebidas tienen sus pros y contras, sin embargo, eso no lleva a definir cuál es mejor o peor. Lo ideal es elegir la que mejor se adapta a los gustos y estilos de vida, y aprovechar lo mejor de cada una.