
Modo. Sin importar el clima o la hora, Martínez llega todos los días a acomodar este lugar.
Frente a una fuente discreta de la Plazuela Baca Ortiz, una banca pública interrumpe la uniformidad del mobiliario urbano. A ambos costados, protegidos por puertas transparentes, se alinean libros dispuestos con cuidado, sin letreros, precios ni anuncios, solo un gesto que se repite todos los días, como si esos ejemplares formaran parte del paisaje y a la vez lo resignificaran.
Detrás de esa rutina está el profesor José Martín González Barraza, quien tiene 73 años y cada mañana coloca ahí su colección, sin buscar reconocimiento ni transacción. "Esto lo hago todos los días, solamente porque me gusta. Me emociona, eso es todo", dice, agregando que no se trata de comercio, mucho menos de protagonismo, es una manera de alegrar el paisaje para las personas todos los días.
UN REGALO PARA LOS DURANGUENSES
José Martín no precisa con exactitud cuándo comenzó a hacerlo: "Tengo poco, pero si tomamos en cuenta mi edad, ya se reduce a realidad y a una rutina. Más tras estar descubriendo que lo hago todos los días", comenta. Pero lo que podría parecer una costumbre sin mayor trasfondo, para él tiene una raíz concreta; el gusto por la lectura. Ese descubrir no remite a lo nuevo, sino a una manera de sostener la jornada. Su libro preferido es la Biblia. No la cita como lugar común, sino como una presencia que le ofrece algo más que lectura: "Es un libro abierto donde queda expuesto lo que nosotros queremos", afirma, agregando que la espiritualidad y la filosofía que este transmite le inspira como individuo: "Abrir el pecho y lanzar un grito. Poder decir con fe soy libre".
¿POR QUÉ REALIZA ESTA ACTIVIDAD?
Lo que lo motiva no es una obligación externa, sino la necesidad de tener un propósito diario. "La necesidad es la base", dice, pero aclara que esa necesidad no se reduce a lo material, pues para él es un impulso vital el salir, colocar los libros, habitar el espacio público con algo que lo representa: "No hay explicación. Simplemente es algo más". Ese algo, en su caso, es pasión, constancia y vínculo.
Su banca no es cualquier banca, ya que él afirma que esta es una mesa de trabajo. "Aquí pongo y expongo todo", cada libro está ahí con intención, como parte de un acto que mezcla lectura, orden y presencia. Es solo una forma silenciosa de ofrecer compañía, a través de diversos títulos que han acompañado a José en diversos puntos de su vida.
DIFERENTES HISTORIAS, AL ALCANCE DE TODOS
José Martín no espera respuestas exactas. Lo que desea es provocar preguntas. "Cada persona ve un libro de manera diferente, única. Todos vemos un libro y nos inspira". No se refiere a un título específico, sino al acto de detenerse y mirar, de abrir algo, de tocar una historia que tal vez no era la que las personas buscaban, pero sí la que necesitaban.
Con su gesto diario, transforma una banca cualquiera en un espacio de encuentro. Aquel que se detiene no solo mira libros, pues ve una intención dispuesta, y aunque José no lo diga con palabras elaboradas, su mensaje se sostiene con claridad: que la lectura no sea privilegio ni discurso, sino compañía al alcance de todos los duranguenses.


