
¿Una gobernadora en 2028?
Mucho ha cambiado desde que, en 1979, Griselda Álvarez fuera la primera mujer en llegar a una gubernatura. La historia electoral reciente de México será recordada por haber garantizado, por primera vez, que una mujer ocupe la Presidencia de la República y que actualmente existan 13 gobernadoras.
Sin embargo, mientras celebramos los avances en el Congreso y los cabildos duranguenses, la paridad para los cargos unipersonales más altos, como el Ejecutivo Estatal y las Presidencias Municipales, sigue siendo un pendiente legislativo y una deuda histórica en Durango.
La paridad en todo fue la evolución natural del marco jurídico, que pasó de garantizar cuotas a obligar a los partidos a postular el mismo número de hombres y mujeres para todas las candidaturas o incluso para obligar a los diferentes órganos de gobierno a nombrar a sus funcionarios paritariamente.
El pendiente en cargos unipersonales sigue ahí, ya que el avance de las mujeres en los poderes ejecutivos ha sido, literalmente, a base de litigio. La obligatoriedad de postular mujeres a las gubernaturas fue una batalla que se ganó en el INE y en el Tribunal Electoral, quienes han obligado a los partidos a postular al menos el 50% de mujeres en las candidaturas.
El verdadero avance de la democracia no es solo tener más nombres de mujeres en la boleta, sino generar las condiciones legales para que la competencia sea real y equitativa. El Congreso de Durango debe terminar esta tarea iniciada, elevando la paridad en el Ejecutivo a rango de ley local vinculante.
No se trata solo de obligar a postular, como está actualmente, sino también de garantizar mecanismos de competencia equitativos y quizá de establecer cuotas más estrictas para el resultado o la designación interna. Por supuesto, más allá de la ley, existe el obstáculo de la estructura interna de los partidos.
De igual manera, hay que valorar el comportamiento electoral de la ciudadanía duranguense: ¿vota por capacidad o por género? La apertura del electorado es tan importante como la voluntad de los partidos. También hay que educar en materia de género.
Durango tiene condiciones para concretar una gobernadora: historia política femenina, capital humano y un electorado que admite liderazgos femeninos; lo que falta es cerrar el marco jurídico y las prácticas partidarias que permitan candidaturas reales y competitivas. Legislar la paridad en cargos unipersonales no es solo una cuestión técnica: es la garantía de que la representación democrática sea coherente con la realidad social y con las expectativas de justicia política.
La paridad no debe ser vista como una concesión o un acto de buena voluntad de los partidos, sino como un principio constitucional de justicia y representación. El verdadero avance no se medirá en el número de curules ocupadas, sino cuando el "Bicentenario" abra sus puertas a la primera Gobernadora electa por el pueblo. El voto femenino en Durango es una fuerza que espera ser representada en el más alto nivel de poder.
X @omarortegasoria