
Ya no solo baches: socavones alarman a vecinos de Durango
La aparición de un socavón en la calle Paloma, casi esquina con Cuauhtémoc, encendió las alarmas entre vecinos este jueves. Tras las lluvias recientes, el asfalto cedió dejando un hueco que rápidamente se llenó de agua. En medio de la confusión, corrió el rumor de que un automóvil había caído al fondo; sin embargo, autoridades municipales descartaron esa versión después de inspeccionar el sitio.
Más allá de este incidente puntual, el suceso pone sobre la mesa una pregunta de fondo: ¿por qué se forman los socavones?
El proceso silencioso que los provoca
Un socavón no es un simple bache. Se origina cuando el agua —de lluvia, fugas de tuberías o drenaje deficiente— filtra lentamente el subsuelo, lavando las capas de soporte. Con el tiempo, esa erosión crea cavidades ocultas. Desde la superficie, la calle puede lucir estable, pero debajo el terreno pierde fuerza hasta que, con el peso de un vehículo o una nueva carga de agua, la cubierta colapsa de golpe.
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Factores que aceleran su aparición
Las lluvias intensas, como las que han caído en Durango en los últimos días, son detonantes frecuentes. También influyen drenajes saturados o mal diseñados, tuberías viejas con fugas y suelos arcillosos que se expanden y contraen con la humedad. La falta de mantenimiento vial —grietas sin reparar, alcantarillas obstruidas— convierte a cada temporada de lluvias en un riesgo mayor.

Riesgos y costos
Cuando un socavón se abre, puede causar accidentes, daños materiales y afectaciones a la infraestructura hidráulica. Su reparación exige trabajos especializados: retirar agua, excavar, rellenar con materiales de calidad y reconstruir el pavimento. A esto se suman los costos de reparar tuberías dañadas y las complicaciones en la circulación vial.
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Prevenir antes de lamentar
Expertos recomiendan inspecciones periódicas, limpieza constante de drenajes, sellado de fisuras y monitoreo después de lluvias fuertes. También piden reportes ciudadanos inmediatos ante cualquier hundimiento o charco persistente. La detección temprana puede evitar que una grieta se convierta en un agujero de varios metros.
El caso de la calle Paloma recuerda que un socavón no aparece de la nada: se gesta lentamente bajo nuestros pies. Atender las causas —infraestructura hidráulica envejecida, deficiencias en el pavimento y escasa prevención— es clave para que la próxima lluvia no abra otro hueco inesperado en la ciudad.