
Impacto de la delincuencia organizada en la seguridad nacional
La delincuencia organizada viene afectando la estabilidad de México por décadas, la amenaza del crimen organizado no es nueva, los efectos de su alcance ya se reflejan en muchos aspectos, incrementando sus capacidades en los últimos 3 años ante una "incomprensible tolerancia" sin precedentes que permite un progresivo impacto de grupos del crimen organizado en los intereses político-electorales, de gobierno y en la economía del país.
Su crecimiento conlleva luchas por control territorial y niveles de violencia nunca vistos; su ambición por generar más ganancias llega a lo más profundo de la sociedad y a todas las estructuras del gobierno, convirtiéndose en un gran reto para el mantenimiento de la seguridad del país, que cada vez se manifiesta con mayor presencia y descaro en los procesos electorales y acciones de gobierno.
Analizar el tema de la delincuencia organizada en México y en particular el de los grupos dedicados al narcotráfico conlleva un trabajo integral que contempla aspectos políticos, sociales y económicos. El crimen organizado como ente económico presenta un crecimiento desmedido por lo que es imposible ocultar o desdeñar su creciente influencia en los procesos de la política.
La inteligencia, como especialidad y parte sustancial en la toma de decisiones del gobierno, es la principal herramienta que se tiene para identificar los aspectos en los que los grupos criminales influyen, el marco de su accionar y, sobre todo, anticipar y prevenir dónde y cómo puedan causar daño, sin evidenciar logros en esta tarea.
El crimen organizado en México se da a inicios del siglo XX en los mercados de contrabando, robo de ganado, tráfico de alcohol y la prostitución.
El negocio de las drogas comenzó a aparecer como tal, al aprovechar el cultivo y aprovechamiento que los chinos hacían de la amapola en el triángulo Sinaloa-Chihuahua-Durango, para abastecer clandestinamente la industria farmacéutica de EUA de los opiáceos tan requeridos en los campos de batalla de la IIGM, transformándose en una rica fuente de ingresos para quien la comercializa (los productores son los menos favorecidos en este proceso), aprovechando los adictos que se fueron incrementando al regresar los combatientes a los EUA.
La creciente demanda "en el gran mercado," el desarrollo de nuevas variantes en los países andinos, en laboratorios y nuestra posición geográfica nos absorbió ante la incredulidad, incapacidad y contubernio tanto de la autoridad como de la sociedad.
La demanda de drogas en EUA y la actividad de la delincuencia en México están estrechamente ligados; los cambios sociales en esa nación han fortalecido el desarrollo de la industria criminal; los grupos delictivos mexicanos tienen una gran capacidad de adaptación a los cambios y siempre han sabido aprovechar las oportunidades de la demanda estadounidense, avanzando su presencia en otros continentes.
Los cárteles iniciales prevalecieron (y siguen), actuando con criterio empresarial, establecen y aplican reglas que, en la mayoría de los casos, "favorecen y suman" a la población donde operan y se ganan su confianza, sociedad que en ocasiones los prefiere sobre la autoridad de gobierno.
El ascenso de sicarios a los niveles superiores modificó los criterios empresariales en algunos, desencadenando pugnas sangrientas entre ellos por el control de territorios, involucrando la vida política electoral y de gobierno, la justicia, la económica, financiera y social.
Los cambios políticos del presente siglo y el arribo de personas, en ocasiones ajenas a esa problemática y otras vinculadas a las organizaciones criminales, generaron una descoordinación transversal entre las instancias del Gobierno Federal y con los diferentes ámbitos de gobierno estatales y municipales; que fue capitalizado por las organizaciones incrementando su empoderamiento.
La actual administración "inició con una propuesta de pacto", con el criterio de "perdón y olvido" que fue rechazada enérgicamente por los deudos de víctimas y desaparecidos; cambiándola por una estrategia de "abrazos, no balazos" y la declaración reiterada de "atender las causas".
Ambas acciones quedaron en el discurso; la corrupción, la creciente debilidad institucional, amedrentar, comprar funcionarios y posicionar su propia gente para ocupar estructuras de gobierno han propiciado el crecimiento y expansión de este flagelo.
Se normaliza que los funcionarios del más alto nivel interactúen públicamente con familiares y representantes legales de estos grupos;
No hay manera de que los cárteles tengan éxito en sus negocios sin contar con el apoyo de autoridades y funcionarios que sirvan y permitan sus actividades.
*El autor de esta colaboración es General de División Diplomado de Estado Mayor y Maestro.