Dime, mujer, cómo te llamas. Yo te llamo amor. Te llamo vida.
Te llamo a veces Dios.
Pero esos nombres, lo sé, no son tu nombre.
Tanta presencia tuya llevo en mí que se me vuelve
Ausencia.
Olvido tu nombre de tanto recordarlo.
Sé que te llamas como la Señora.
Sé que cuando te llamo nace la luz.
Sé que las letras de tu nombre son la música.
Pero temo que si lo pronuncio toda la belleza del
Mundo acudirá, y la tierra, los cielos y los mares
Quedarán vacíos de belleza.
Dime tu nombre, amada, e iré hacia ti. Dímelo e
Iré hacia mí.
Dime, mujer, cómo te llamas. Así sabré cómo me
Llamo yo.
Dime quién eres. Así sabré quién soy.
¡Hasta mañana!...