El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia. -Dime, Señor -le preguntó-. ¿Por qué existe la muerte? -Dime, Soárez -le respondió Jesús-. ¿Por qué existe
La vida?
-No comprendo.
-La vida y la muerte son las dos monedas de una misma cara, si me perdonas el juego de palabras. Esa cara soy yo, disculpa mi inmodestia. En mí confluyen la muerte y la vida, constante espiral de principio y fin, de fin y de principio. Ese ciclo no terminará, sino hasta que todo llegue otra vez a mí. Entonces la muerte se convertirá en vida, en vida eterna.
-No entendí nada, Señor -declaró el Padre Soárez-. Si me perdonas el atrevimiento te diré que en ocasiones hablas como teólogo.
Exclamó Dios asustado:
¡Yo me libre!
¡Hasta mañana!...