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Forjemos hijos e hijas fuertes

PADRES E HIJOS

Forjemos hijos  e hijas fuertes

Forjemos hijos e hijas fuertes

IGNACIO ESPINOZA GODOY

A menudo, en algunos hogares, suele suceder que los padres de familia no fomentan en los hijos esos hábitos de apoyo y colaboración en las diferentes actividades que diariamente se tienen que realizar, sobre todo relacionadas con la limpieza de los distintos espacios de uso común, pues se cae en la idea de que son muy pequeños y que los mismos progenitores tienen el tiempo necesario para desarrollar esos quehaceres domésticos que en ocasiones sí se llevan su tiempo, porque finalmente son tareas laboriosas que requieren concentración.

De esta manera, los niños y niñas que no son instruidos sobre la necesidad de que participen en esas labores crecen con la idea de que, efectivamente, son exclusivas de sus padres, por lo que se desarrolla en ellos la mentalidad en el sentido de que todas esas actividades sólo las deben realizar sus progenitores, pues se trata de tareas que, por su naturaleza, deben ejecutarse por parte de los adultos de la casa, que ya en su oportunidad, cuando lleguen a esa edad, les tocará asumir esa responsabilidad que, por lo pronto, no deben cargar en sus hombros, pues además no hay alguien que les sugiere siquiera que se encarguen de la limpieza de su propia habitación, así que es muy cómodo continuar con ese estilo de vida que no exige el menor esfuerzo.

Por su parte, los padres de familia que no se preocupan por estimular a los hijos e hijas en que se involucren en los quehaceres del hogar también tienen una gran parte de responsabilidad en que sus pequeños y pequeñas crezcan con esa mentalidad de sobreprotección, cuando lo ideal y lo adecuado sería que sus vástagos, incluso a partir de los dos años de edad, ya participaran en esas labores acordes con sus condiciones físicas, para que, con el transcurso del tiempo, ya más grandes, estuvieran plenamente adoptados a esas tareas y que las vieran como algo natural, pues finalmente son en beneficio de toda la familia.

¿Por qué la insistencia en que los hijos e hijas se involucren en cada una de las actividades que diariamente se realizan en el hogar? Pues tan sencillo como que se trata de que si todos los integrantes de la familia contribuyen para que los diferentes espacios se ensucien, también lo justo es que todos participen en su limpieza, para que así la responsabilidad se distribuya de manera equitativa, desde el más pequeño o pequeña, hasta ambos padres de familia, quienes tienen la obligación de poner el ejemplo, sin importar que se trate del varón, pues en este tipo de tareas no debe haber distinción de género.

Y es que ya quedaron atrás esos tiempos en los que el machismo dominaba en muchos hogares mexicanos, a tal grado que en muchas casas se veía a las mujeres, sobre todo a las madres de familia, como sirvientas, por lo que era difícil observar a hombres colaborando en esos quehaceres domésticos que estaban destinados exclusivamente al sector femenino, quienes no tenían siquiera el derecho de protestar, así que, abnegadamente, debían soportar esa pesada carga de trabajo que representan las labores en el hogar.

Así, a quienes nacimos en la década de los años sesenta nos tocó vivir esa época en la que las mujeres eran vistas como un objeto y que debían obedecer ciegamente las órdenes del "jefe" de la casa, ya que en ese tiempo el hombre era, generalmente, el único proveedor de todos los bienes materiales con los que se mantenía el hogar, por lo que protestar por parte de la esposa podría derivar en una discusión que esta estaba destinada a perder, ya que en el último de los extremos se empleaba la violencia física para imponerse en todos los aspectos.

De manera afortunada, los tiempos han cambiado en todos los aspectos y ahora, en muchos casos, ambos cónyuges trabajan para aportar económicamente para que los satisfactores materiales no falten en el hogar, de ahí que esta igualdad de condiciones en el terreno laboral ha transformado y equilibrado los roles que desempeñan mujeres y hombres, de ahí que las decisiones se toman a través del diálogo, y no a través de la fuerza o de la imposición, como se hacía antaño.

Precisamente ese equilibrio en la toma de decisiones obligó a cambiar el papel que juegan hijos e hijas dentro del hogar, por lo que ahora tienen derechos pero también obligaciones que deben asumir con una actitud de responsabilidad y solidaridad, sobre todo en lo que respecta a los quehaceres domésticos, los que se deben realizar con base en un acuerdo entre ambos padres de familia.

Asignando a los hijos las diferentes actividades que se deben desarrollar dentro del hogar es como los padres de familia contribuimos a formar seres humanos más fuertes, seguros, solidarios y responsables, por lo que nada tiene de malo que, por ejemplo, uno de los hijos varones lave los trastes o barra y trapee, si a final de cuentas se trata de labores de limpieza que lo dignifican como persona, de ahí que debemos inculcarles ese sentido de la colaboración como un estilo de vida que les servirá en el futuro en los lugares donde se desenvuelvan.

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