Urgen a informar sobre acopiadoras de frijol
Según el presidente del Consejo de Vigilancia del Sistema Producto Frijol del Estado de Durango, Vicente Victorio Robles, es importante y urgente que las nuevas autoridades de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader, antes Sagarpa) den a conocer cuanto antes la lista de las empresas que serán autorizadas para la compra del grano en sus diferentes sedes que se instalarán en esta entidad.
El entrevistado recordó que, si bien, ya se informó en qué términos operará el esquema de frijol en cuanto a precio se refiere, ahora lo más apremiante para los campesinos que se dedican a la siembra de frijol es conocer con detalle qué empresas se encargarán del acopio del grano, sobre todo en los municipios donde la producción es considerable, como los casos de Guadalupe Victoria y Cuencamé.
“No se ha anunciado cuándo comenzarán a operar las empresas, ni cuáles serán las seleccionadas por la nueva Sader. En eso estamos a la espera, porque de otra forma no sabemos cuándo podrían abrir ya sus puertas para recibir nuestras cosechas. La incertidumbre es porque bien podría pasar una semana más, o tal vez hasta 15 días más, y eso nos perjudica mucho”, agregó.
La duda entre los productores es que bien podría concluir el año 2019 y las autoridades federales seguirán pasivas, sin anunciar qué empresas obtendrán la autorización para comenzar a recibir el grano y con base en las nuevas reglas.
Esta situación de retraso en dicho anunciado ha generado –explicó el informante- que se ha detectado que algunas empresas que ya han operado con autorización federal en años recientes han acumulado una cantidad importante de frijol que han comprado a través de intermediarios (más conocidos como “coyotes”) que ellos mismos contratan para que posteriormente lo lleven como si se tratara de productores que cumplen con los requisitos.
Sin embargo –dijo el también productor originario de la comunidad Cuauhtémoc del municipio de Cuencamé-, el problema está en que esos intermediarios están abusando de los campesinos ya que, ante la necesidad económica de estos, les están comprando a un promedio de ocho pesos el kilo de Pinto Saltillo, para luego revenderlo en las acopiadoras a nueve pesos el kilo.