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Retos de un nuevo gobierno

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Sergio Sarmiento

Quizá el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas, se debió más a la percepción de corrupción en el gobierno que a ningún otro factor

Los retos del nuevo gobierno siguen siendo casi los mismos que en las administraciones anteriores. Esto significa que no hemos avanzado demasiado.

El principal desafío, el que permitiría lograr muchos de los demás, era aumentar el ritmo de crecimiento de la economía. Desde hace tres décadas México ha venido creciendo a un paso apenas superior al 2 por ciento anual. Todos los presidentes prometieron en campaña subirlo, pero ninguno lo logró. Enrique Peña Nieto habló de triplicar la tasa, pero al final tuvo que contentarse con un promedio de 2.4 por ciento. Con esta expansión resulta imposible alcanzar el segundo reto más importante, que es disminuir la pobreza.

Eliminar la pobreza no es sólo cuestión de tener un crecimiento económico más alto. También se necesitan políticas públicas que mejoren la educación y que generen la construcción de infraestructura. Esto permite que el crecimiento se extienda y no se quede concentrado en unos cuantos.

Otros retos son igualmente importantes. La recuperación de la tranquilidad es una enorme necesidad. Peña Nieto afirmó que podía revertir la oleada de inseguridad y de violencia, que él había heredado de su predecesor, Felipe Calderón. Pero aunque tuvo un avance pequeño en un principio, si se mide por el índice de homicidios, registró un deterioro enorme en los últimos años. México está terminando el 2018 con el mayor número de homicidios desde que empezamos a mantener cuentas sistemáticas en 1990.

También el combate contra la corrupción es crucial. Quizá el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas, se debió más a la percepción de corrupción en el gobierno que a ningún otro factor. Como candidato, López Obrador supo manejar mejor que nadie esta percepción con sus constantes referencias a la mafia del poder, que según él “no tiene llenadera”. No es él, sin embargo, el primer presidente que llega al gobierno con la consigna de erradicar la corrupción. Hasta ahora, ninguno lo ha logrado.

López Obrador tiene el respaldo más contundente desde los tiempos del viejo PRI. No son sólo sus 30 millones de votos, el mayor número en la historia, y su 53 por ciento, sino también el hecho de que ha capturado mayorías absolutas en las dos cámaras del Congreso por primera vez desde que tenemos una democracia cabal. El presidente tiene también una popularidad que se ha incrementado de forma constante desde que consiguió el triunfo.

Vencer los retos, sin embargo, no será fácil. Para empezar, el aumento en la tasa de crecimiento económico depende de una mayor inversión privada, pero la cancelación del aeropuerto de Texcoco y las amenazas de los legisladores de Morena contra las empresas privadas, solamente han servido para ahuyentarla y depreciar el peso. La reducción de la pobreza sólo se puede conseguir con empleos, no con subsidios, pero hasta el momento el nuevo gobierno ha puesto un alto a la inversión y ha aumentado los subsidios.

No queda claro que la creación de la Guardia Nacional, con su militarización permanente de la Policía Federal, sea el mejor camino para disminuir la inseguridad y la violencia, pero habrá que esperar para juzgar. En cuanto al combate a la corrupción, las medidas que se han anunciado hasta ahora difícilmente podrán eliminar este mal.

El gobierno, sin embargo, apenas empieza. Lo está haciendo con entusiasmo y con un respaldo mayoritario. Y a todos nos conviene que le vaya bien.

Escrito en: gobierno, crecimiento, Obrador, mayor

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