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El tren de mis recuerdos

LETRAS DURANGUEÑAS

El tren de mis recuerdos

El tren de mis recuerdos

ARNULFO OLVERA MARES

Al héroe de Nacozari que se aferra a no morir. A los ferrocarrileros. Y a la nuevas generaciones para que no pierdan la memoria.

En México el ferrocarril de pasajeros nos pasó tan de prisa que envejeció, se fue como llegó: silenciosamente. "El Chepe", como se le conoce comúnmente, es el único tren turístico de pasajeros en México, conecta los estados de Chihuahua y Sinaloa, internándose en los impresionantes paisajes de la Sierra Tarahumara. ¿Y los demás? ¿Dónde quedaron aquellos vagones de primera clase, de segunda, el pullman, etc.? El ferrocarrilero con su linterna en la mano ¿Cómo estarán los rieles perdidos, las locomotoras de días y noches, el penacho de humo, la estación central, el turismo, la alegría de los pueblos, los sin sabores y luchas de los trabajadores? El joven maquinista de 26 años que le salvó la vida a cientos de personas, un martes 7 de noviembre de 1907: "Dentro de pocos momentos/ madre, tengo que partir/ del tren se escucha el silbato/ ya tengo mi porvenir"/ ("Máquina 501"). A partir de 1944 por decreto presidencial se conmemora en México el día del ferrocarrilero, como testimonio al Héroe de Nacozari: Jesús García Corona.

En 1958 estalla la primera gran huelga del gremio ferrocarrilero, miles de trabajadores de todo el país se unieron para luchar por la transformación de su sindicato. La represión de la fuerza pública no se hizo esperar, larga prisión a los líderes de la resistencia, Demetrio Vallejo, el viejo Valentín Campa y otros, por el "delito" de dirigir las huelgas ferrocarrileras.

El recuerdo de la derrota de estas grandes huelgas cobra tal vez la misma viveza de nostalgia y más la resalta Elena Poniatowska con su novela "El tren pasa primero", ganadora del Premio Internacional Rómulo Gallegos, donde nos cuenta la historia de este movimiento.

Poco a poco se fueron perdiendo los trenes de pasajeros, junto con ellos los recuerdos, el gris de los andenes, el silencio de la despedida, la espera del regreso, el vagón que nos hacía soñar, la luna y el sol que viajaban sin pagar, el colorido y sabores de la vendimia del camino, y la distancia.

Es una fortuna retroceder en el tiempo y revivir los sucesos que van quedando olvidados.

Las huellas de la historia de los vagones, quedaron en las grandes obras de escritores, artistas, poetas de la generación del siglo pasado, quienes a través de su afán ofrecen: el sentir, el espíritu, sueños, deseos, ideas de estas épocas entrañables.

Diría Manuel Gutiérrez Nájera: "El tren corría y corría. Sale usted y llega. Las poblaciones pasan, los árboles vuelan y cuando vuelve uno a su casa apenas si ha tenido tiempo de leer la tercera plana del periódico".

"Nadie me acompañó a la estación, llegué una hora antes de la partida y cuando el conductor gritó ¡vaaamooonosssss!, yo ya llevaba un buen rato arrellanado en mi asiento" (Victoriano Salado Álvarez).

"Sonó el ultimo toque; cruje el suelo, huye el tren como víbora espantada; adiós... flota a lo lejos el pañuelo, después un gripo blanco, luego nada" (Juan De Dios Peza).

"Yo soy rielera y tengo mi Juan, él es mi vida, yo soy su querer. Cuando me dicen que ya se va el tren adiós mi querida ya se va tu Juan" (Anónimo).

"Trenes del sur, pequeños entre los volcanes, deslizando vagones sobre rieles mojados por la lluvia vitalicia, entre montañas crespas y pesadumbre de palos quemados" (Pablo Neruda).

"Suave Patria: tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería" (Ramón López Velarde).

"Cuando el tren acaba de subir la cuesta de Sayula, un viento fresco y ligero llena los vagones. A mí me basta con sentirlo para preferir a Zapotlán entre todos los pueblos que conozco" (Juan José Arreola)

"Atrás de las jaulas se levanta la estación del ferrocarril. Un buen número de niños sube a él, a veces acompañados por sus padres. Suben con entusiasmo y cuando el tren inicia su marcha se sobresaltan y luego miran con júbilo la maleza, los bosques, el lago artificial. Lo único singular en este tren es que nunca regresa y cuando lo hace, los niños que viajaban en él son ya hombres que, como tales, están llenos de miedo, y de resentimiento" (José Emilio Pacheco).

"Me voy en ese tren /que va con rumbo al sur/ y quiero que esta noche/ me des mi despedida/ muy pronto volveré/ primeramente dios/ deséame buena suerte/ pedacito de mi vida/ llegando a la estación/ del pueblo a donde voy/ te mando un telegrama/ pa que sepas mi destino" (Gerardo Reyes).

"Mis compañeros de viaje entraban al vagón como a una tertulia" (Guillermo Prieto)

Y así infinidad de voces.

Muralistas como Fernando Leal, pintor y grabador mexicano (1886-1964), autor de los murales: " "La era de las máquinas" y "El triunfo de la locomotora", en 1943, ubicados en el Museo del ferrocarril, en la ciudad de San Luis Potosí. Los grabados de José Guadalupe Posada, etc. El cine mexicano con una de las mejores cien películas: "Viento negro" (1964), sin descartar timbres, postales, revistas, almanaques y más de la época.

Así vagones impregnados de ilusiones ya no atraviesan paisajes en movimiento, montañas, laderas, campos eternos, pueblos, puestas de sol, el acompañante desconocido, emociones contenidas, la multitud agolpada en los andenes de la estación.

Hoy solamente queda en la memoria: el silbato y la última campanada del tren de pasajeros: ¡Vaaaaamonoooossssss!

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS tren, vagones, tengo, niños

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