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Tres poemas de Amado Nervo en su centenario

LETRAS DURANGUEÑAS

EL SIGLO DE DURANGO

LA HERMANA MELANCOLÍA

En un convento vivía

Una monja que pasaba

Por santa, y que se llamaba

La hermana Melancolía:

Fruto de savia tardía

Que olvidó la

Primavera,

Su rostro de lirio era,

Y sus pupilas umbrosas

Dos nocturnas mariposas

En ese lirio de cera.

Nadie la vio sonreír,

Porque quiso, en su entereza,

Ennoblecer de tristeza

La ignominia de vivir;

Tan sólo cuando, al morir,

La miró la faz del Señor,

Arrojando su dolor

Como se arroja una cruz,

Mostró en su frente la luz

De un relámpago de amor.

Y aquella monja, sombría,

Que nunca se sonrió,

Cuando en su cripta durmió

Sonreía, sonreía...

Hermana Melancolía:

Dame la gloria de aquellas

Tristezas, ¡oh taciturna!

Yo soy un alma nocturna

Que quiere tener estrellas.

EL VIOLONCELLO

El violoncello sufre más que el violín; la viola

Lo sabe y no lo dice cuando se lo pregunto:

Se lo veda la divagación del contrapunto

Que su motivo a sabia complejidad inmola.

El violoncello dijo su leitmotiv, y sola

Predominó en la orquesta su angustia; más al punto

Los cobres la envolvieron en escándalo, y junto

A sus discretas quejas abrieron la corola.

El violoncello sufre más que el pausado trío

Cordal que glosa su alma (¿verdad, Rubén Darío?)

Y será salvo a causa de sus penas divinas;

Mas seguirá llorando su aspiración ignota,

Mientras que en el pentagrama de Dios no haya una nota

Que por él morir quiera coronada de espinas.

EN PAZ

Artifex vitae, artifex sut.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,

Porque nunca me diste ni esperanza fallida,

Ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

Porque veo, al final de mi rudo camino,

Que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

Fue porque en ella puse hiel o mieles sabrosas;

Cuando planté rosales coseché siempre rosas.

...Cierto a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

Mas no me prometiste tú sólo noches buenas;

Y en cambio, tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

AMADO NERVO (1870-1919)

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS violoncello, hiel, noches, lirio

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