LA HERMANA MELANCOLÍA
En un convento vivía
Una monja que pasaba
Por santa, y que se llamaba
La hermana Melancolía:
Fruto de savia tardía
Que olvidó la
Primavera,
Su rostro de lirio era,
Y sus pupilas umbrosas
Dos nocturnas mariposas
En ese lirio de cera.
Nadie la vio sonreír,
Porque quiso, en su entereza,
Ennoblecer de tristeza
La ignominia de vivir;
Tan sólo cuando, al morir,
La miró la faz del Señor,
Arrojando su dolor
Como se arroja una cruz,
Mostró en su frente la luz
De un relámpago de amor.
Y aquella monja, sombría,
Que nunca se sonrió,
Cuando en su cripta durmió
Sonreía, sonreía...
Hermana Melancolía:
Dame la gloria de aquellas
Tristezas, ¡oh taciturna!
Yo soy un alma nocturna
Que quiere tener estrellas.
EL VIOLONCELLO
El violoncello sufre más que el violín; la viola
Lo sabe y no lo dice cuando se lo pregunto:
Se lo veda la divagación del contrapunto
Que su motivo a sabia complejidad inmola.
El violoncello dijo su leitmotiv, y sola
Predominó en la orquesta su angustia; más al punto
Los cobres la envolvieron en escándalo, y junto
A sus discretas quejas abrieron la corola.
El violoncello sufre más que el pausado trío
Cordal que glosa su alma (¿verdad, Rubén Darío?)
Y será salvo a causa de sus penas divinas;
Mas seguirá llorando su aspiración ignota,
Mientras que en el pentagrama de Dios no haya una nota
Que por él morir quiera coronada de espinas.
EN PAZ
Artifex vitae, artifex sut.
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
Porque nunca me diste ni esperanza fallida,
Ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo, al final de mi rudo camino,
Que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
Fue porque en ella puse hiel o mieles sabrosas;
Cuando planté rosales coseché siempre rosas.
...Cierto a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
Mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
Y en cambio, tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!