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Disfrutemos su crecimiento

PADRES E HIJOS

Disfrutemos su crecimiento

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Cuando presenciamos el nacimiento de los hijos (quienes hemos tenido ese incomparable privilegio), un sinfín de sentimientos nos pudo haber asaltado en ese momento, sobre todo lo relacionado con el futuro que les aguarda y todo lo que estamos dispuestos a hacer por ellos en cada etapa de su vida. Sin embargo, cuando menos lo esperamos, esos pequeños o pequeñas ya corren por todos los rincones del hogar y nos ponemos a reflexionar en torno a cómo el tiempo ha transcurrido tan vertiginosamente y tal vez que no hemos aprovechado y disfrutado cada instante de su existencia, así que nos fijamos el objetivo de gozar cada momento que los tengamos cerca.

La vida, estimado lector, es un tiempo relativamente corto, pues nadie puede tener la certeza de que la podrá disfrutar al día siguiente ya que las enfermedades y los accidentes se presentan cuando menos se esperan, así que deberíamos hacernos el propósito de atesorar cada momento del día para apreciar cada instante que nuestros hijos e hijas comparten el tiempo con nosotros, dentro y fuera del hogar, en virtud de que ignoramos si pueden ser los últimos minutos, las últimas horas y los últimos días, ya sea de nuestra existencia o la de ellos.

Quizá suene fatalista o pesimista. Sin embargo, la realidad es que a este plano existencial vinimos sólo de paso, con los días contados, no obstante que podamos vivir varias décadas, por lo que deberíamos disfrutar más cada momento en compañía de los que más amamos y de los que nos corresponden con esa misma intensidad, pues finalmente la misión por la que estamos aquí es para ser felices y para hacer felices a quienes nos rodean, de ahí que no veo por qué albergar sentimientos de odio, rencor, de agresiones entre quienes nos desenvolvemos en un mismo círculo, cuando la convivencia podría ser de mayor armonía.

La próxima vez que salgamos en familia deberíamos fijarnos el objetivo de dejarnos llevar por lo que la vida nos ofrezca, disfrutando cada minuto que el Creador nos regala para compartirlo con quienes más nos aman, transmitiéndoles sentimientos positivos, de optimismo, de confianza en que el día de mañana será mejor que el presente si nos proponemos transformarlo con acciones de generosidad, de solidaridad, de apoyo, de respeto, de todo aquello que contribuya a que este mundo sea mejor que el que recibimos cuando llegamos a él.

En verdad, creo que la más grande misión que tenemos los seres humanos es ser felices, es amar, es dar, compartir todo lo que poseemos con aquellos que nos rodean, empezando por la familia, pues ellos son lo más grande que tenemos en este plano existencial y son ellos quienes siempre se preocuparán por nosotros para que nada malo nos ocurra, y si es así ellos se encargarán de que esa adversidad desaparezca para que dé paso a algo positivo y que ese hecho negativo sólo quede como un mal recuerdo en la vida de todos.

Inevitablemente, los hijos crecen y, paralelamente, la responsabilidad hacia ellos también se incrementa pues sus necesidades cada vez son mayores, de ahí que los padres de familia debemos estar al pendiente para ofrecerles todo el apoyo que precisen para que su desarrollo transcurra sin contratiempos. Ese respaldo sólo puede provenir del hogar materno, de donde pueden tener la seguridad y la convicción que sólo surgirá ese amor que requieren para salir adelante en cada meta que se propongan hacer realidad, las cuales los progenitores también compartirán y harán suyas hasta que se cristalicen en hechos tangibles.

Cada logro de los hijos y las hijas también se debe disfrutar, desde, por ejemplo, que pueden pedalear esa pequeña bicicleta ya sin las pequeñas llantitas que sirven para aprender a mantener el equilibrio en sólo dos ruedas, hasta una boleta de calificaciones que nos presumen, producto del esfuerzo de un lapso corto, mediano o largo.

Aprendamos, pues, a gozar cada instante que transcurre al lado de los hijos e hijas, sin importar que sólo se trate de compartir el tiempo sin hacer algo específico, ya que lo realmente significativo es estar cerca de ellos, pues no tenemos la certeza de que el día de mañana podremos convivir con ellos así que debemos disfrutar cada momento que podamos en su compañía.

Si bien, es importante atender las obligaciones inherentes al trabajo que desempeñemos, en la medida de lo posible, tratemos de cumplir en este aspecto, y el resto del tiempo dediquémoslo a la familia, a los hijos, para conocer qué aspiraciones tienen, qué sueños buscan hacer realidad y hasta qué preocupaciones les asaltan, para de esta manera compartir con ellos cada aspecto de su vida y ser parte importante de todo lo que emprenden.

Le aseguro, amable lector, que el tiempo invertido y compartido con los hijos será bien gastado, ya que al final de cuentas ellos son nuestra principal motivación en todo lo que hacemos por lo que no hay excusa para no dedicarles todo el tiempo posible y, sobre todo, convivir al máximo con ellos pues verlos crecer y disfrutar cada etapa de su desarrollo es una experiencia inigualable e irrepetible que debemos gozar en toda su magnitud y con toda su intensidad.

Escrito en: Padres e hijos cada, tiempo, pues, hijos

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