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A mí no me debes nada

LETRAS DURANGUEÑAS

A mí no me debes nada

A mí no me debes nada

MARÍA GÓMEZ REYNAGA

Ese día ni a Blanca no le fue bien, los venados nunca bajaron, ni con los orines de venado que se untó en la ropa para atraerlos. El sol estaba en el cenit cuando llegó Severino, fatigado, con los ojos rojos, estirando las mulas. Mientras come lo que sobró de la portola, empieza a platicar:

—En la madrugada llegué a la casa de don Justo, no lo encontré, su esposa me dijo que estaba en un velorio. Me fui a buscarlo, cuando llegué me senté en la única silla vacía, y el señor de un lado me dice:

—Lo que son las cosas, poco después de que ustedes se fueran de la fonda de don Justo, una lechuza empezó a gritar en el encino de la iglesia, ya ve que son pájaros de mal agüero. Dos muchachos que pasaban dijeron, hay que hacerla caer, es una desgraciada bruja. Curiosos y a la vez asustados empezaron a tirarle pedradas y a rezar. La lechuza se desplomó y que la agarran; uno de ellos traía un mecate en la bolsa, la amarraron del pescuezo y la colgaron de un álamo a la orilla del pueblo. Oye, por qué mejor no la desamarramos y la hacemos caldo y nos la comemos, no vaya a resucitar, dijo uno de ellos. ¿Cómo se te ocurre? ¿Cómo nos la vamos a comer? Es gente, dijo su compañero.

—¿Y qué cree, mi amigo? —siguió platicando el señor del velorio—, en ese momento Camila la curandera se murió y dicen que en el cuello tiene una marca como si la hubieran ahorcado. Fíjese como la gente llega y se asoma a verla para ver si es cierto, pero le taparon el cuello con su rebozo.

Cuando don Justo se despedía del viudo, hice el intento de levantarme, me urgía verlo, pero el señor me dice: No se vaya, deje termino de contarle:

—A pesar de que la difunta le hizo mal de ojo a su niño, don Justo le prestó dinero al esposo de Camila para los gastos del entierro, aunque tiene un genio de la chingada, es un buen hombre. En su fondita le da trabajo a varia gente, les compra jamoncillos, huevos, pan ranchero, queso, requesón… Él sí que estudió para ayudar al pueblo no para robarlo. Todavía alcancé a escuchar que el viudo le dijo: —Cuando venda mi vaquita le pago el dinero, don Justo.

—A mí no me debes nada, yo no he perdido nada, pérdida la que tú tuviste.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS señor, gente,, estaba, lechuza

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