Y sus palabras, aladas sombras que se pierden a lo lejos. Siempre buscando en los molinos del Quijote una rendija con sonrisa de Gioconda, asimétrica aurora, con trazos de nostalgia en su cara infantil? Blande su pluma en los bigotes de los gatos y ríe con la lluvia que lava su tristeza. A golpe de palabras disecciona la noche, la luna y los amantes; mete fuego a la hoguera incendiada de metáforas y duerme enconchado en los senos de musas insomnes, amnésicas y frígidas. Poco come el poeta, acaso una sopa de licencias poéticas acompañada a veces de vino y se ha marchado. Sabe de lágrimas secas y copiosas, de soledades tomadas de la mano que se agita en los andenes, sabe de los amaneceres al borde del suicidio y levanta su copa a salud de los orgasmos que no saben de sintaxis. Ah, de la tinta y la nostalgia? que se guarda el poeta en las alforjas.
LA LUNA
Yo digo que la luna es moneda en el bolsillo un círculo en los sueños de amante trasnochado astilla del espejo que tirita en el patio andén de las miradas pretil del calendario. Tú dices que la luna es una fantasía testigo de los labios en un continuo roce de los senos que sueñan con las manos insomnes en el grito del alba que prolonga la noche. Tú dices que la luna se viste de nostalgia yo digo que nos mira y que luego se esconde en el bies del otoño en el armario y sobre la desnuda ternura pronunciando tu nombre.
MI AMADA SUEÑA HAIKÚS
“Salta la rana...” de la página a tu vientre y sonríe al final de los tres versos. Pensar que la hojarasca se transforma y se impregna en la viñeta que seduce los recuerdos.
“Salta la rana...” el sol no cabe en las alforjas y derrama el color atardecer en su mirada. En tres líneas -atrapado el otoño- ilumina en silencio E. Antonio el aro de sus lentes. “Salta la rana...” en el río demi amada duermen los sueños.