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La princesa que se escapó del cuento

La princesa que se escapó del cuento

La princesa que se escapó del cuento

 FCO. JAVIER GUERRERO GÓMEZ

EL SIGLO DE DURANGO

Esta vez, en que los sentimientos adormilados se refugian en mi otro yo para poder florecer sonámbulos en la etapa de vida que se tambalea; en que los capullos en ciernes, por el despertar solamente tienen deseos de describir sus sueños.

Existe un cambio radical entre tu pasado, que se deshilacha, y la nueva luz de adolescencia; tu cuerpo de niña mujer, solo deja en mi mente las palabras marchitas del poema; tus ojos agridulces, dejaron de buscar entre lamentos inesperados, la ruptura de la infancia, por la pasión que quema en llamas suaves, más hirientes que las maldiciones.

Te vas, a otro espacio tan distante del mío como la verdad y el mañana, como el cielo y la calle, como el instinto y mis versos... Romántica dormida derretida en la solicitud de festejar los años.

Cierras los ojos al pedigüeño anónimo, hasta entonces perro fiel, arlequín sin sueldo y paria menesteroso. Niña de ayer que desemboca entre el ulular de la cuerda y los pilares rotos de María Blanca.

Difícil paso me dejó en la mira donde los abismos se ahondan y las almas se bifurcan. Yo que me cría el conquistador de ensueños. El pirata de niñas y encantador de las miradas. Solamente vi tu paso y me quedé indefenso, el arrojo y valentía se quebraron como la frágil rama que soporta el fruto. Hasta el run run de tu memoria, que a veces me llamaba, se hizo mudo; y las canciones que al oído relamía mi voz, estaban muertas. Las palabras tomadas desde el alma, para que fueran únicas, quedaron atrapadas en un pozo de mentiras, donde un mísero epitafio murmura: Aquí termina la vida del poeta.

Perdona que me atreva todavía, escribir en un arranque de melancolía, en este arrugado papel de las tortillas, mis últimos espasmos. Te he perdido y es muy cierto llegó la vanidad, feminismo natural de la princesa que se escapó del cuento, porque, el príncipe niño, no pudo traspasar esa barrera de ir hacia la edad siguiente, no se atrevió a dejar la espada de mitos y leyendas, para tomar conciencia de ruda tempestad de las verdades.

Te retiras de mí como el verano, antes de que las hojas comiencen a caer, y el cielo se torne gris. Haz dejado el altar con que te sostenía el corazón, que sueña, allí donde ninguna otra mujer, podía siquiera atreverse a mirar por las rendijas.

Eras la única, la misma con quien me persignaba por las noches y bendecía al día. Que breve fue tu paso por mi vida, ni siquiera terminó la historia. Tú dirás que no me conociste, que era solo un pasaje que se olvida, y dejaste en el camino triste solo palabras de un loco desquiciado, que se atrevió a mirarte.

Tienes rezón, porque a tu puerta llegarán nuevas flores, otras fragancias de caminos nuevos, pero ten por seguro que las flores que hoy pisas, las que no quieres que renazcan, por los recuerdos vanos. Esas, a pesar del desprecio, guardarán por los siglos y siglos, por el siempre, el recuerdo de la reina aquella, de las miradas dulces y los labios carnosos, que imploraban el beso.

La de los pensamientos blancos, que nunca tuvieron un mañana, la niña de mis ojos y mis latidos míseros, la que decía en su mirada de ángel: que le contara cosas de castillos y de hadas, de amores, de luciérnagas y ronroneo de gatos, que electrizan la falda azul, de la princesa mágica.

No hay ningún inciso de amargura, es la vida, el destino, es tu voz nueva, tu peinado de orquídea y tus vestidos caros, el bilet de tus labios y es el rímel, que en sombra tu mirada. Es tu corazón que se abre al mundo, donde no puedo, aunque si quiero, arritmiarme a tu díastole.

Niñita del pasado, señorita de ahora, si alguna vez vuelves los ojos y una sola palabra se te escapa de mis versos, estaré como siempre esperando el mandato y sabré complacerte...

Escrito en: ojos, solo, paso, palabras

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