Caminas por una ciudad desierta. Desierta porque en ella no encuentras los sueños que has deseado vivir y las vidas que has soñado tener. Para ti la paz de la noche resulta confortante y en el cementerio encuentras los sonidos que te llenan de placer. Te he observado veces venir a mis dominios. He escuchado los lamentos de tu callada tristeza.
Vagas por esas calles de irrealidad. Te mezclas entre seres de sombra informes, seres que apenas te rozan y ya sientes asco.
Lo único que te mantiene al borde de no caer en los abismos, es la nostalgia. La nostalgia de aquellos días de sol. Días que se pierden en la memoria, de un sol que parece no haber existido más que en tu melancolía. Eres un ser de la noche, duermes de día y vagas por la madrugada. No sabes aún quien eres. Todavía no comprendes lo que eres. Ni sabes cual es tu verdadero destino. Creciste cuando te estaba prohibido nacer. Eres algo que no debería existir. Te he cuidado desde entonces. Eres de los míos, puedo percibir tu dolor. Tus ansias de escapar. De unirte a mis legiones. Oh príncipe te ofrezco el lugar que te corresponde como digno hijo de mi sangre.
Avanzas sin rumbo ni futuro, lo único que deseas es que la vida acabe pronto o que la noche llegue. No has podido explicarte esa sed de oscuridad. Y te asusta percibir como la sangre fluye en las venas de los que te rodean, como llamándote. En la oscuridad te sentirás protegido. A salvo de las miradas de desesperación. De esos rumores de una vida que te llega desde lejos, de un andar de gentes al que nunca has pertenecido. Siempre fue así, y ahora ya te has acostumbrado para no ignorar que basta refugiarte en el rincón de alguna cantina, alejado del mundo, con una pequeña cerveza que moja tus labios pero sin beberla. Simulas Beberla para apagar la sed que te quema las extrañas. Aún no descubres la esencia de tu verdadera naturaleza. Y con cual líquido saciarás por fin la sed.
Nostalgia es lo que has rescatado del naufragio, de ir a la deriva. De ver como te vas quedando atrás. De cómo nunca te has sentido parte de ningún lugar. Dueño de ninguna gente. Ni esclavo de ninguna pasión. Huyes por instinto de los espejos. Y a veces te has descubierto observando el reflejo de tus ojos vacíos en el brebaje amarillento de tu vaso. Y escuchas los lloriqueos de extraños. De voces que te trae la madrugada. Miras con reverencia el cuello de las mujeres que te ofrecen su cuerpo. Ofrecen sus destrozadas virtudes. Sus venas, florecientes de vida, es lo que deseas pero todavía no es el tiempo.
Llegas al cuarto, cuatro pequeñas cárceles, una vieja mesa de madera. Dos sillas y el resto lo ocupan montones de libros que han rebasado la capacidad de los libreros y se reproducen por los rincones, se esconden tras los resquicios, se van adueñando del terreno, en una conspiración secreta.
Un camastro, hundido en lo más recóndito del minúsculo sótano, donde el olor a humedad te cobija. Destaca la blancura de las sábanas y esa ventana que secuestra un pequeño recuadro de cielo. Cuántas noches te habrás preguntado si existe algo más allá de esa luna brillando amarillenta e inyectada de deseos.
Sobre la pared, los sueños muertos, pinturas de mujeres que nunca has conocido, bellos cuerpos desnudos, descuartizados en tu mente, han servido de acicate para tus exploraciones nocturnas, para ese desahogo momentáneo que te hace ignorar lo lejos que habitas de la vida y lo cerca que estás del olvido. Te muerdes la muñeca cuando la explosión se acerca, y es la sangre, vida y muerte.
Y aunque pareces un hombre, algo bulle dentro de ti. La metamorfosis esta cerca. El antiguo canto de los ancestros esta por despertar en tus venas.
II
Lejos se encuentra la vida. La muerte no importa. Lejos de la ciudad. Lejos de los hombres. Lejos de ti. He dejado las armas y el honor. He dejado la sed y el odio.
Estoy en el cementerio, hogar lejos del hogar. castrado de ti, esperando la salida del Sol. El último de los príncipes entre los príncipes ha sucumbido ante la mezquindad de los hombres, ante el silencio de nuestro amado maestro.
Los cantos de la madrugada hace tiempo que han pasado. Mirar esta oscuridad como ultima promesa de eternidad. El caos esta implotando en mi cerebro. Tu voz ha dejado de sembrar esperanza, vete en paz, pequeña niña, vete lejos de este cielo, lejos de este infierno. Deja morir a tu demonio. Llévate mi corazón y llévate mis ojos. Bebe por ultima vez de la poca sangre que tengo, te la ofrezco en sacrificio, dejare abiertas estas venas y la sangre volverá a la tierra, retornare al silencio y la oscuridad.
Oh Princesa, mi amada Sara me resisto a pensar que me has olvidado, me resisto a creer que tu demonio te ha dejado de importar.
El tiempo de la muerte ha llegado y la inmortalidad se ha vuelto mortal. Es tiempo de cerrar los ojos. Es tiempo que la eternidad muera. Estaré en la tierra, cubierto de polvo y de olvido, me has dejado en medio de la nada, me has abandonado, nosotros que prometimos volver a ser uno solo, un único ángel, ser la luz mas bella.
Te amo Sara, Princesa Oscura... Oh la luz, la luz quema... la luz del sol por fin... Sara en tus manos encomiendo... mi espíritu... oh la luz..