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Mirador

Armando Fuentes Aguirre

Hemos pasado unos días en el rancho. El tiempo estuvo tan bonito que no pudimos salir de la casa. Quiero decir que llovió. Llovió a mañana y tarde, y una o dos noches la lluvia nos arrulló en el sueño. En el campo la lluvia es siempre bienvenida. “Están lloviendo centavitos”, declara don Abundio cuando llueve.

Si falta la lluvia falta el pan. Por eso agradecemos el prodigio del agua que llega del cielo. Del Cielo.

Ahora estamos en la cocina de la casa. Se oye en la chimenea crepitar de leña, y se oye en el tejado pespuntear de lluvia. No hay música como ésta, pienso yo. En ella se diluye el alma como agua cristalina. En ella crepita, como un ardiente leño, el corazón.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: lluvia, falta, agua, casa.

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