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Del calor a lo frío con Astrid Hadad

Festival Ricardo Castro

Jorge Fernández Vázquez

El Festival de las Bellas Artes Ricardo Castro tuvo anoche a una bella que transpira arte, que lleva en la sangre la música en su máxima expresión, que igual canta un tango, un bolero, un son veracruzano, un mambo, una canción norteña, una ranchera, un charlestón o una cumbia.

Astrid Hadad, un nombre peculiar para una artista diferente, graciosa, exótica, agresiva, sumisa, intelectual, campirana, griega, cabaretera, con mil caras y ninguna, dueña de todas las diosas y mujer, sólo mujer.

Recital.

Anoche el calor de la gente de Durango abrigó a una intérprete natural de la canción popular mexicana, la fila a las puertas del Teatro Ricardo Castro era del tamaño de su talento, cada uno de los asistentes sabía que valdría la pena y su sonrisa al final del evento lo hizo evidente, les arrancó la sonrisa y el Jesús de la boca, sólo como ella lo sabe hacer, cantando, meditando y con ese humor contagioso y pícaro que le sube a uno los colores y a otros les baja hasta la presión, pero con todo eso fue un recital para deleitarse.

De las canciones.

La tercera llamada no tardó mucho después de la hora pactada para escucharse, Astrid salió con uno de sus clásicos vestidos, el de la bañera, y con un ritmo guapachoso propio de un comercial de jabón inició Cantando en el Baño, ahí como sirena, como todos inspirada por la ducha, la fusión se hizo con un bolero y con El Chorrito de Cri-cri, fue una entrada sólo de Astrid.

Luego saludó al público, dijo que se sentía muy bien acogida por los y las duranguenses y que ojalá todas las mujeres tuvieran muy buena acogida, como la de ella. Ofreció su concierto a las mujeres, a las diosas, de las que expresó “sin nosotras este mundo no sería el mismo”, les pidió optimismo y dijo que de lo “más horrible surge lo más hermoso”.

Vestidos y sombreros.

Sin duda los vestidos que utilizó Astrid fueron sorprendentes, al igual que la música cambiaban de forma y sentido en un abrir y cerrar de ojos, la bañera se convirtió en flor y con la imagen de la Virgen de Guadalupe en él cantó Chiquita pero Picosa, después las luces cambiaron su intensidad y el saxofón atravesó el silencio del recinto con Besame Mucho, fue el preludio para que saliera con su vestido de maíz transgénico con el que cantó Pa’ que me Sirve la Vida, un requinto nostálgico acompañó la canción y llevó a la tranquilidad del campo.

Más cambios.

Pero es imposible tener una bajada permanente con Astrid, así que llegó la Multimamada con la obertura de Amor Chiquito en la flauta transversal y un vestuario sui géneris, llenó de senos.

Siguió inmediatamente con las clásicas cortinillas para el cambio de vestuario, el homenaje a Frida, con la canción de El Venadito y el vestido de venado con la cara de Diego Rivera.

Sofisticadamente cantó una sentida canción llamada Regresa, luego le siguió el show cabaretero, las tumbas sonaron y la rumba hizo eco en sus caderas, de nuevo un cambio y entra un tango, El Punto G fue buscado por cada rincón del teatro entre tango y cumbia.

El final.

Otra diosa hizo su aparición para el tema de Se Muere mi Pajarito, la salsa, el huapango, el corrido con acordeón y el mambo acompañaron la parte final, pero así no se iban a quedar las cosas, aún hubo tiempo para Los Agachados, de Tin-Tan, la dedicada a los políticos La Tienes Chiquita (la clase) y El Calcetín.

Un sentido aplauso de dos minutos y una invitación a comprar el materia discográfico, así como una firma de autógrafos le devolvieron a la noche el frío invernal que se siente en esta ciudad.

Escrito en: canción, Astrid, cantó, vestido

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