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La Navidad y sus orígenes

GILBERTO JIMÉNEZ CARRILLO

El día de Navidad es el 25 de diciembre, precisamente cuando se conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén, según los evangelios de San Mateo y San Lucas. Después de la pascua de resurrección es la fiesta más importante del año eclesiástico. Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día de navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la navidad. Pero los orígenes de la Navidad son muy diferentes a como la gran mayoría creemos.

La Navidad no tiene su origen en el cristianismo puro, sino en el paganismo de Babilonia, aproximadamente 2600 años a.c. La historia relata que en aquel entonces existía una reina llamada Semiramis en cuyo vientre crecía su hijo Tamuz, que según aquella religión habría concebido virginalmente. Aquel hijo era la encarnación del dios Sol (Ra para los egipcios y Baal para los caldeos) y su alumbramiento se celebraba con fiestas, orgías y en particular se adornaban árboles con cerezas rojas y bolas brillantes en representación del sol. La costumbre del árbol surgió de una creencia babilónica que decía que Semiramis, la madre de Tamuz, afirmaba que durante una noche, un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto. El tronco supuestamente representaba a su esposo muerto de nombre Nimrod, y el árbol de pino llegó a ser el símbolo de que Nimrod había revivido en la persona de Tamuz. Por esa fecha se popularizó mucho el culto de la madre y el hijo elevándose a ambos a la estatura de divinidades; a Semiramis le llamaron “La reina del cielo” y ésta fue adoptando varios nombres como Astarot, Diana, Isis y Astarte.

Sin duda que el paganismo de Babilonia trascendió las fronteras, asentándose con mucha fuerza en el politeísmo del imperio romano. Es ahí donde se celebraba el día 25 de diciembre como el festival de invierno, en conmemoración del alumbramiento de Tamuz, (Saturno para los romanos, el dios sol encarnado). Esta festividad iba acompañada de orgías, desenfrenos y una gran inclinación hacia el valor de la amistad, lo cual se demostraba con intercambio de regalos y presentes para aquella fecha. También surgió la costumbre de adornar las puertas de cada casa con coronas de flores y hojas verdes y la práctica de adornar un árbol con frutas y figuras decorativas al dios sol. Ésta era la fecha del solsticio de invierno y el centro de todo era recordar y celebrar el nacimiento de la divinidad solar cuya concepción se había realizado en la virgen matriz de la reina del cielo. La importancia de la fertilidad representada en la firmeza y erección de los troncos de los árboles, era una característica de todas las culturas paganas que la historia registra.

Más tarde, cuando fue establecido el catolicismo romano bajo las falsas pretensiones religiosas de Constantino aproximadamente por el año 325 d.c., toda

la mezcla del paganismo babilónico y romano fueron introducidos deliberadamente a cristianismo. La antigua Semiramis pasó a llamarse virgen María y a la encarnación del dios sol Tamuz se le llamó Jesús. El festival del solsticio de invierno celebrado el 25 de diciembre de cada año pasó a ser fecha la oficial del nacimiento de Jesús, y la antigua costumbre de la entrega de regalos y presentes fue acomodada en función de la experiencia que tuvieron los magos al visitar al niño Jesús, entregándole regalos. El antiguo árbol que la religión de Babilonia adornaba en celebración del nacimiento de Tamuz pasó a llamarse el árbol de Navidad.

No podemos negar que la fecha de Navidad es un verdadero caldo de cultivo para los comerciantes y el consumismo, pero detrás de una pantalla o envoltorio cristiano. Los mismos que pregonan la navidad de Cristo exaltan y defienden la omnisciente, omnipotente y omnipresente viejo pascuero o de pascua, personaje que lo sabe todo, todo lo puede y está presente en todas partes. Este personaje que tiene los mismos atributos de Dios fue introducido a la tradición popular por el catolicismo romano. El sacerdote católico Nicolás, obispo de Mira en el tiempo del emperador Diocleciano (siglo IV), entre todas sus prácticas religiosas, acostumbraba en época de Navidad dar regalos y presentes a los niños. Luego de su muerte, la iglesia de Roma lo elevó a los altares y desde ahí pasó a ser San Nicolás o Santa Claus.

Más tarde, este San Nicolás adoptó el nombre de papá Noel, de la raíz francesa que a su vez deriva del latín natalis o natal, es decir padre de la Navidad. Este papá Noel trascendió hasta occidente y ya en época contemporánea fue introducido en diversas historias que hablaban de su origen relacionándolo con el Polo Norte, en donde participaban duendes y renos que lo trasladaban en su tarea de repartir regalos por todo el mundo. En 1931 la empresa multinacional Coca­Cola tomó a este popular personaje y lo vistió con sus colores corporativos, produciéndose una veredaza explosión y propagación de la creencia en él.

La Navidad es el día en que se celebra el nacimiento de Jesucristo y fecha en que millones de seres humanos renuevan sus votos de espiritualidad, además de reunir a las familias y producir sentimientos de bondad y solidaridad para con los demás. Es un acontecimiento que se espera durante todo el año, ya que transmite sentimientos positivos y los gobiernos y asociaciones civiles realizan colectas para recaudar fondos que se traducen en juguetes, aguinaldos, cobertores, despensas y ayuda para los que menos tienen. Sea bienvenida la Navidad con el mejor de los deseos para que en todos los corazones y hogares de los duranguenses prevalezca el amor hacia los demás, justo en estos tiempos tan convulsionados en los que vivimos.

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Escrito en: Navidad, fecha, árbol, nacimiento

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