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“Caín” Rojero, púgil valiente

Gaspar Fernández García |

El Siglo de Durango

Pocos boxeadores han enviado tantos golpes al cuerpo de su oponente y también pocos han recibido tantos como Santiago “Caín” Rojero.

Nacido el 7 de diciembre de 1939 en Sombrerete, en el estado de Zacatecas, este pugilista adoptó a Durango como su segunda patria chica. Gran parte de su vida boxística se rodó en esta “Tierra del Cine”, alternando con otras plazas donde intercambió golpes a diestra y siniestra.

El continuo movimiento de sus manos los combinó de manera muy frecuente con el alcohol, rodeado de un gran caudal de amigos de su dinero. Fue un boxeador modelo de los años cincuenta. Su historia sobre los cuadriláteros se comenzó a escribir en el año de 1956, en una larga combinación de peleas, fiestas estruendosas y días de gimnasio, que se prolongó por 11 años.

Hay que recordar que en aquellos días los organismos de boxeo mandaban que los combates se llevaran a cabo de manera kilométrica, a quince asaltos. Era práctica común que los pugilistas terminaran el combate bañados en sangre y con el cuerpo con múltiples huellas de los combates.

Todo esto lo vivió Santiago “Caín” Rojero, quien acaba de ser reconocido con el cinturón de campeón entregado por la Asociación de Ex Boxeadores del Estado de Durango. Su ritmo de pelea es algo impensable en nuestros días: agarraba rachas de subirse al ring cada quince días. Otras ocasiones se enfrentaba a contrincantes con tres días de entrenamiento.

FORTALEZA

DEL ZACATECANO

Todo ese carrusel de actividad fue seguido por el pugilista por espacio de 11 años. Nunca rehuyó un combate, ya que siempre estaba presto a mostrar su poder de puños.

Su paso por los cuadriláteros los inició en la división de los gallo (53.5 kilogramos, pero finalizó su carrera en el peso de los pluma (57.2 kilogramos). En las dos divisiones brindó contiendas sumamente reñidas. Su fuerza en los puños lo llevó a los primeros lugares en el boxeo nacional, pero su indisciplina y la vida nocturna lo ubicaron entre los primeros diez lugares de la clasificación de nuestro país.

Una muestra que ejemplifica la vida de “Caín” Rojero fue la pelea del año 1961 en la ciudad de Acapulco, Guerrero, en Semana Santa, donde por culpa de su entrenador perdió el combate. Sucedió que por ser época alta en el turismo de esa ciudad, al llegar el pugilista no encontró reservación.

Este combate no ha podido quitarlo de su mente, ya que al no haber entrenado, fue derribado en tres ocasiones, en el segundo “round”.

SUS MAYORES

LOGROS

En la primera división logró posicionarse en el séptimo puesto. En lo que respecta al segmento de los gallo fue el octavo en el escalafón nacional. Los once años en los cuadriláteros fueron suficientes para acumular más de 100 peleas, de las que ganó 77, en cinco aplicó el cloroformo de manera directa y el resto de los combates por la vía de la detención.

Su mayor dificultad arriba del ring fue el tener una ceja izquierda muy sangrante, pero esto nunca lo alejó de los encordados. En 1964 se enfrentó a “Beto” Martínez, quien le abrió el párpado con un cabezazo, lo que le impidió seguir con el combate.

Entre sus mayores peleas se puede enumerar la derrota por decisión frente a José “Toluco” López, un pugilista que hizo época en los años 60 dentro del boxeo mexicano.

Al darse el fallo de los jueces, el público reprochó la victoria del local “Toluco” López y reconoció al zacatecano sacando a “Caín” Rojero a hombros de la arena. Esta pelea se llevó a cabo en la ciudad de Gómez Palacio, en la Arena Olímpica Laguna, escenario donde brindó sus mejores combates.

También dio grandes exhibiciones frente a “El Cuervo” Salinas y Mario Díaz, este último ex campeón nacional. Otras peleas que se mantienen frescas en su memoria son los contiendas contra “El Torito” Mota y Jesús Hernández.

A UN PASO DE LA CORONA NACIONAL

Su pegada y resistencia arriba de ring pronto lo llevaron a los primeros planos del boxeo. Estuvo a punto de disputar el campeonato nacional, pero el alcohol se cruzó en su camino. Esto ocurrió en el año de 1959.

CARTERA

DISPUESTA

Aunque nunca vio llegar las grandes bolsas, su cartera siempre contaba con dinero para cubrir sus necesidades básicas y para entregarse a los excesos de la vida nocturna.

Hace memoria y recuerda que su primer combate le redituó apenas 375 pesos, pero llegó a subir al ring por una bolsa de 15 mil pesos. Esto sucedió en la ciudad de Reynosa, en el estado fronterizo de Tamaulipas, al enfrentar a Carlos Hernández, con quien perdió a causa de un fallo localista, que incluso dejó inconformes a los tamaulipecos.

En lo que referente al aspecto monetario en nuestro estado, la mayor recompensa fue de cuatro mil pesos. Todo en pesos de los años 60, cuando la moneda nacional se intercambiaba en razón de 12.50 por un dólar.

Era tal la expectación que causaban sus peleas que sus paisanos venían en camiones especialmente fletados para verlo brindarse en el cuadrilátero. El alcohol fue su compañero de viaje desde los 16 años, pero hace diez abandonó la bebida gracias a su compañera, quien logró retenerlo en estas tierras desde esa época.

Ya reconciliado con la vida presta sus servicios en conocido hotel del centro de la ciudad, donde se gana el pan de cada día en el escenario más complicado, el de la vida común, de la que fue arrancado a causa de la potencia en sus puños.

Escrito en: vida, “Caín”, quien, ring

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