Dicen por ahí que al caer la noche se abren las puertas de un mundo desconocido, tenebroso y mágico, en el que los principales protagonistas son almas sin descanso que se presentan para ahuyentar humanos o reclamar una oración.
Su historia comenzó hace cientos de años, se les conoce como fantasmas, demonios y espíritus, lo cierto es que su fantástica presencia origina el nacimiento de las leyendas más extraordinarias con que cuentan algunos estados de la República y muy especialmente de la ciudad de Durango.
Con la llegada de los españoles y franceses fueron construidas grandes casonas y edificios con sótanos, donde se rumora fueron enterrados tesoros y cadáveres de enemigos.
Fue una época en la que muchos morían o desaparecían misteriosamente, la gente también hablaba de amores inconclusos y de la visita de la muerte o del diablo en forma de mujer o animal.
La realidad es que hace más de un siglo que existen narraciones encantadoras de expresión provinciana que en la actualidad siguen causando terror y asombro a quienes las escuchan. Algunas de ellas son muy antiguas, otras son modernas, pero la realidad es que las leyendas de Durango son un patrimonio de los habitantes, que merecen ser investigadas y conocidas por todo aquel que visita la Tierra de los Alacranes.
Noviembre,
mes de los difuntos
Acaba de pasar el Día de Muertos, las tumbas aún conservan las flores que llevaron los familiares a sus difuntos, pero más allá de la celebración de esta tradición que es motivo de veneración y respeto por parte de los mexicanos, es el momento de mostrar esa dimensión de lo desconocido por medio de testimonios, relatos y fotografías con los que se busca recrear e ilustrar a los lectores para que sean ellos mismos los que opinen.
Los muertos
salen de visita
Dicen que a las doce de la noche salen los muertos de sus sepulcros a rezar un rosario colectivo de ánimas. También es común escuchar la leyenda de los enterrados vivos o los que salieron de su tumba porque dejaron pendiente pagar una manda o compromiso de la familia. Sin embargo lo narrado por Jesús de la Torre Rodríguez quien pasó 46 años de su vida como trabajador del Panteón de Oriente, es algo insólito.
Según este hombre hace más de 40 años que fue pan-
teonero un señor de nombre José García, quien tenía una esposa llamada Beatriz Rueda, ambos eran los responsables de abrir la puerta a las siete de la mañana a todos los trabajadores del Panteón, sin embargo siempre que se quedaban dormidos excusaban que su tardanza se debía a que estaban develados de tanto abrir la puerta a los muertos porque salían a visitar a sus familiares.
Esta pareja, especialmente Beatriz estaba tan convencida de lo que decía que nadie se atrevía a desmentirla, sin embargo los trabajadores tomaban a broma esta justificación y cada vez que entraba cualquier persona se decían unos a otros: Hay viene un muerto. Cuando se trataba de una mujer joven y guapa decían “Mira que bonita muerta viene ahí, hasta el pico se pintó y se perfumó para enterrarse de nuevo”.
Sin embargo un día que llegó Don Jesús de la Torre a las cinco de la mañana porque tenía un trabajo pendiente, cuando miró que en la esquina suroeste del cementerio había dos mujeres vestidas de negro que se dirigían a la puerta, el empleado trató de alcanzarlas y faltándole como diez metros para alcanzarlas, las misteriosas damas llegaron a la puerta y desaparecieron estando la puerta cerrada. Desde entonces este hombre creyó en la posibilidad de que los muertos efectivamente salen de sus tumbas y van a visitar a sus familiares.
El jinete
sin cabeza
Esta historia tiene su origen en la Hacienda de la Ferrería de Flores ubicada cuatro kilómetros al sur de la capital del estado, que tuvo su época de esplendor cuando era propiedad de Juan Nepomuceno Flores.
En esos años era administrador de la casona Ladislao Bonilla, a quien cariñosamente le decían Chelao porque era un hombre de bien dispuesto a ofrendar su vida en defensa de los intereses que custodiaba.
Ésa era una época de bandolerismo en el país debido a la miseria y opresión en que se encontraba el pueblo, cuando una noche que se perdió en el tiempo, una flotilla de asaltantes y malhechores escaló los muros de la mansión de Flores para dedicarse al pillaje y a la violación de las mujeres que encontraron.
Cuando Chelao el administrador se dio cuenta de los hechos, fue tal su desesperación que sin pensarlo tomó un corcel y en precipitada carrera salió disparado con destino a la ciudad de Durango para dar aviso a los patrones de lo sucedido.
Era tal su angustia que no se dio cuenta que era perseguido por uno de los bandoleros que a la mitad del camino lo emparejó y furiosamente descargó un terrible machetazo sobre el cuello del administrador, cortándole la cabeza de un solo tajo que cayó rodando por el suelo. A partir de esta fecha los lugareños de la región sur de la ciudad que pasan por esos lugares, dicen mirar con frecuencia transitar en carrera abierta un caballo negro, cabalgado por un jinete sin cabeza.
Ex Internado
Juana Villalobos
En el año de 1937 abrió sus puertas el Internado Juana Villalobos para hijos del ejército, en donde fueron atendidos cientos de niños y niñas que comían, dormían y estudiaban encerrados en las paredes que parecen una fortaleza difícil de atravesar.
Después de funcionar por 60 años, este lugar dejó de ser internado para convertirse en el Conjunto Cultural Durango que actualmente presta sus servicios durante el día.
En este edificio se han originado decenas de relatos y experiencias de personas que trabajan ahí, especialmente son los guardias y veladores a quienes les ha tocado estremecerse más de una vez cuando a la media noche escuchan el murmullo de niños que juegan en el patio central.
Otras personas han visto a una niña caminar por los pasillos, mientras que a uno de los vigilantes le abrieron la puerta del baño después que acababa de ponerle cerrojo.
Los habitantes de esta casona han escuchado también que tocan las puertas y que se prenden y apagan los aparatos eléctricos, pero el susto más reciente según el testimonio del vigilante José Trinidad Castañeda, fue hace aproximadamente 22 días cuando faltando un cuarto de hora para la media noche se escuchó claramente el repicar de una campana, que volvió a oírse quince minutos después de la primera vez. Este sonido lo escucharon más de tres personas en diferentes lugares del ex internado y no pudieron explicar el origen de la campanada ya que ni adentro ni afuera del lugar existe una campana que emita sonido alguno.
La casa verde
de la Colonia Burócrata
Esta ubicada en la calle de Tecnológico #102 colonia Burócrata, todos la conocen como la “Casa Verde” y parece abandonada por sus dueños por lo crecido de la maleza que la rodea y la basura que es arrojada irresponsablemente por algunos transeúntes.
De día esta casa pasa desapercibida, su aspecto es el de una vivienda maltratada por el tiempo pero todavía en condiciones de habitarse, sin embargo de noche es tenebrosa y quien se acerca puede sentir una presencia ajena que cimbra el alma.
Vecinos de este inmueble que prefirieron omitir su nombre para evitar represalias o malos entendidos, comentaron que algo extraño y maléfico rodea este lugar.
Uno de estos testimonios relato que hace más de 20 años vivió en la “Casa Verde” una mujer que se dedicaba a realizar trabajos de hechicería, con la que acudía un amplio número de personas. Llegó un día en que un hombre de poder y dinero pidió un trabajo especial a esta curandera que incluso fue pagado por adelantado. Sin embargo algo salió mal en el embrujo o favor que esta mujer realizó para su cliente, ya que a los pocos días un grupo de hombres irrumpió en el hogar de la presunta estafadora mantádola a ella, a su esposo y a sus hijos pequeños.
Este multihomicidio conmocionó a la sociedad de Durango pero nunca se encontró a los responsables de tan brutal crimen, la casa permaneció sola por algún tiempo hasta que otras personas intentaron habitarla. Pero según cuentan algunos vecinos nadie ha logrado permanecer en este lugar, donde al parecer por la noche escuchan el llanto de un niño, la respiración de una fiera y el ruido de unas cadenas que se arrastran, mientras que otros aseguran haber visto la figura de una mujer que barre al interior de este domicilio.
Otra vecina por su parte manifestó que no ha escuchado nada y dijo que el dueño de esta propiedad no ha querido venderla ni rentarla, lo cierto es que un misterio rodea a este aposento que es el que ha dado origen a diferentes versiones y relatos de miedo.
Velatorio
“el Sabino”
Construida sobre el techo de un sótano, la mansión del velatorio El Sabino es unos de los patrimonios arquitectónicos más valiosos de la ciudad de Durango, rodeado de enormes árboles, entre ellos el ahuehuete, que protege del sol a las personas que acuden a rezar por sus familiares o amigos recién fallecidos.
En este lugar según la versión de Héctor Corral supervisor general del velatorio, los trabajadores tienen miedo de dormir en el sótano porque en repetidas ocasiones han sentido que los oprimen y que los levantan con todo y sillón mientras están dormidos.
Sin embargo quien no soportó los constantes sustos del fantasma de este lugar fue el técnico de autopsia Andrés Barbosa quien vio claramente a un hombre vestido de español que caminaba por los pasillos de las salas funerarias, hasta que desapareció misteriosamente. Dicen que fue tal la impresión de este empleado que no volvió nunca más.
Algunos dicen que este aparecido vestido de español es el fantasma del primer dueño de esta mansión quien la habitó hace más de 100 años en compañía de su familia, incluso existe una leyenda que narra que este hombre mató por confusión a su hija creyendo que era el jardinero con quien le había prohibido entablar relación alguna.
La leyenda relata que los jóvenes desobedecieron esta orden y se reunieron amparados por la sombra de la noche, por desgracia el padre de la chica no se percato de que su heredera estaba abrazando a su amado y con una sola bala atravesó el cuerpo de los dos enamorados, quedando sumido en el dolor y remordimiento hasta el final de sus días.
Tradición de boca a boca
Los relatos que rodean la herencia cultural de los antepasados, se basan en vivencias que en algún momento surgieron para dejar huella.
Las más famosas
La monja de luna de la Catedral de Durango.
El alacrán de la cárcel
de Durango.
La visita de los siete templos.
El diablo en semana santa.
La llorona.
El músico que le tocó al diablo.
El baile de la calle Volantín.
El confesionario que movió el diablo.
Las no tan conocidas
Las piedras azules del río Tunal.
Las citas nocturnas
del padre Toño.
La sombra en la Casa
de los Gobernadores.
El charco sagrado de Huazamota.
El señor de Mapimí.
La luz de Bermúdez.
El tesoro del cañón del Mezquite.
El charco del ahogado.
Las más tétricas
El perro negro de Tierra Blanca.
La confesión del muerto.
El fantasma de la calle Fénix.
La enfermera del hospital.
El toro negro de cuernos de oro.
El jinete sin cabeza.
El espinazo del diablo.
La casa verde.
Fuente: Libro Leyendas y Relatos de Durango, de Manuel Lozoya Cigarroa.