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Excélsior

Enrique Arrieta Silva

Con el nombre de "Excélsior", existió en la ciudad de Durango, a mediados de la centuria pasada del siglo XX, una cafetería-restaurante, que hizo las delicias de las familias y jóvenes de la clase media, con sus platillos y particularmente con sus paletas que en su envoltura llevaban impreso un tecolote como sello distintivo. Paletas tan exquisitas no ha vuelto a tener Durango.

Los que estudiamos secundaria, preparatoria y primero de Derecho en la Universidad Juárez, del año de 1957 al 1962, gozamos de esas ricas paletas del Excélsior, que se localizaba en el edificio de cantera de elegante sencillez, que se levanta en la esquina de 5 de Febrero y Juárez, en lo que hoy por hoy, 11 de noviembre de 2003, se encuentra la zapateria "Galy", y apenas hace unos cuantos años la tienda de ropa "Milano".

Este edificio señorial afrancesado, por cierto que, según cuenta la leyenda, fue llamado "El Palacio de las Lágrimas", dado que el general que lo construyó se complacía en azotar a los presos que empleó en su edificación, hasta hacerlos derramar lágrimas, amén de que en accidentes se registraron algunas muertes de operarios.

A fines del siglo XIX, se estableció en el edificio, por el año de 1894, por la familia Lowrse, la negociación "La Rebocería", así llamada porque era tienda de ropa y de rebozos.

Posteriormente fue la zapatería "High Life", propiedad de Jesús Ruiz y señora.

Mi generación conoció el edificio, ocupado ya por el "Excélsior", el cual con sus paletas excelsas hizo de "El Palacio de las Lágrimas" lo que bien hubiera podido llamarse "El Palacio de las Paletas".

El "Excélsior" fue fundado por el respetable señor don Aurelio de la Parra y su distinguida esposa doña Otilia de la Parra, matrimonio ejemplar e industrioso.

En un principio su ramo fueron las paletas, que de excelente sabor y calidad llamaron precisamente "Excélsior" , que quiere decir lo muy alto, elevado, eminente. Y, en efecto, las paletas "Excélsior" fueron durante el tiempo de su reinado que se extendió, hasta 1974, lo más alto, elevado y eminente.

Las paletas, todas ellas de primerísima calidad, se elaboraban conforme a las recetas de Don Aurelio, sin duda a base de esencias naturales y nada de colorantes artificiales o de otros trucos modernos que alteran el buen gusto.

Las de agua costaban cinco centavos, y eran de limón, tamarindo y jamaica; y siendo temporada también de ciruela. No faltaban las llamadas "Lolitas", que eran mitad de limón y mitad de jamaica.

Las paletas de leche costaban diez centavos, y se dividían en la rica gama de japonesas, vainilla, coco, chocolate, nuez y las llamadas "italianas", que eran de nuez con una copita de solera viejo.

Después venían las más caras, las de veinte centavos, que eran de crema de vainilla con una cereza y que se llamaban "cualquier cosa". También "las especiales", que eran de crema de vainilla con pedacitos de almendra tostada y pedacitos de cereza; y luego las holandesas, que eran de crema de chocolate y pedacitos de nuez, sin faltar "los arlequines" de crema con marquesote tostado y molido.

Por supuesto que también se vendía nieve, de agua y de leche y de los sabores tradicionales, y desde luego de un gratísimo sabor; pero fueron las paletas las que le dieron nombre y fama a la negociaci6n, aunque hay que reconocerle a la nieve, que fue ella la que popularizó el ice cream, que consistía en verter Coca-Cola en un vaso con nieve de chocolate para producir una combinación maravillosa.

Por cierto que el marquesote, que era otra especialidad de la casa, consistía en un rico pan que se elaboraba con huevo, harina y azúcar.

Al hacerse café-restaurante, en el patio de atrás se engordaban las gallinas. Por cierto que allí en la puerta de atrás, con salida al Callejón de las Mariposas, se estableció por primera vez la Coca-Cola, misma que llegó para quedarse.

Platillos muy principales eran los taquitos, las tortas, las tostadas, los pambazos; las medias noches, las enchiladas rojas de mole, pollo en sus diversas modalidades. En particular recuerdo las entomatadas de pollo con queso rallado, que eran un verdadero manjar al cuerpo y al espíritu, por aquello de "estómago lleno, corazón contento". Si mal no recuerdo, su precio era de ocho pesos la orden, que debo confesar era algo lejos para mi bolsillo de estudiante, pero me las ingeniaba para probarlas de vez en vez, en compañía de mi amigo Marco Aurelio Casillas, quien me aficionó a ellas.

El personal pudiera decirse que era en su totalidad femenino, hacía gala de pulcritud y de amabilidad, siendo mujeres de edad, dignas y respetables.

En la panadería, Luz Muñoz se encargaba de elaborar la repostería. El pan de merienda estaba a cargo de Paula Rosas, que según se decía era pan de levadura con huevo de gallina contenta. A su vez, la encargada de aquella mágica cocina era Alejandra González, asistida por Sabina, Susana y Rosa Dare.

Las mesas las atendían Ana María, Aurora, Belén, Manuela y además Aurora Espinoza, María Orozco, María Valles, Luz Dare y Aurora Covarrubias.

En la caja, Martha Hintze y Socorro Gallegos se esmeraban en hospitalaria cortesía.

Así las cosas, era natural que muy pronto se hiciera costumbre, de las familias durangueñas de clase media y de los jóvenes, de asistir sobre todos los domingos, después del cine de la tarde y de haber dado algunas vueltas en la Plaza de Armas, al "Excélsior", ocasiones por cierto en las que era difícil encontrar mesa disponible por la gran afluencia de clientes deseosos de satisfacer su paladar o de quedar bien con la novia invitándola a uno de aquellos platillos excelsos o bien a un refresco o a una malteada.

Los días de desfile no se diga. Para apaciguar la sed, una vez cumplido el deber cívico de marcar el paso por buen tramo de la calle 5 de Febrero hasta el estadio de beisbol de la Ciudad Deportiva, una verdadera multitud se agolpaba en los mostradores en demanda de algunas de sus paletas.

El "Excélsior" fue, pues, el centro de reunión preferido de las familias durangueñas de la clase media y de su juventud, durante muchos años intermedios del pasado siglo XX, tal vez hasta el año de 1974, en el que cumplió su ciclo natural, gran ciclo natural. Allí en ese oasis, muchos matrimonios iniciaron su romance. ¿Es usted uno de ellos, o quizá alguno de sus hijos, nietos o biznietos? ¡Felicidades!

Escrito en: eran, paletas, cierto, "Excélsior"

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