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Regional

La esperanza entre carencias

Cristal Barrientos Torres

Comarca Lagunera.- Cuando escuchan la pregunta: ¿Por qué la colonia se llama Eduardo Guerra? algunas amas de casa guardan silencio y luego de forzar su memoria un poco, responden: “no, pues quién sabe”. Ellas viven en este sector que antes fue conocido como El Ranchito.

Y es que antes, en este lugar, ahora rodeado de empresas como Peñoles y algunas maquiladoras, sólo había mezquitales. Por aquí pasaba el canal de La Perla, por eso Magdalena Rico Sánchez dice que les costaba trabajo dormir por las noches porque para cuando acordaban más de un sapo caminaba sobre sus cuerpos.

“A mi esposo se le metió un sapo a la boca”, recuerda Magdalena. Las primeras casas de la colonia se construyeron en las privadas La Gloria I y La Gloria II. Existieron incluso antes de llamarse Eduardo Guerra, todavía el lugar era conocido como El Ranchito.

A pesar de que las privadas fueron las primeras de la colonia, siguen sin pavimento. Julia se enfada cuando señala que las autoridades “recarpetean y recarpetean” calles sin necesidad, mientras ellos siguen sufriendo las consecuencias de no contar con asfalto. También se quejan del plomo y la falta de agua.

Julia Heredia Lugo de pronto recuerda: fue el líder Margarito Barrón quien le puso Eduardo Guerra a la colonia. En una junta lo propuso y los vecinos aceptaron llamar así a su colonia, pero después de 30 años siguen desconociendo quién fue esta persona.

“Había muchos problemas con el cartero y por eso decidimos ponerle un nombre, Margarito dijo que Eduardo Guerra y todos votamos a favor”.

Cuando a las vecinas se les aclara que Eduardo Guerra fue alcalde de Torreón en 1919, responden: “¿en serio?” y luego Magdalena agrega: “si los vivos no hacen nada, menos los muertos”. Después se ríe y cuenta cómo le cantaban en la presidencia municipal al ex alcalde Mariano López Mercado: “Mariano en avión y el pueblo sin calzón... Dicen que robó mucho dinero ¿Verdad?

Ramona Salas Rodríguez dice que de poco le ha servido a la colonia llevar el nombre de un alcalde. Del líder Margarito ya ni siquiera saben nada, al parecer no vive en este lugar: “nosotros tenemos los mismos problemas después de tantos años: que si el plomo, que si el agua, del pavimento ya mejor ni decimos nada”.

Herencia Herrera

Justo antes de llegar al ejido Vilma Ale de Herrera, las obras ya se anuncian: “Desde el principio trabajamos con hechos, pavimentación en caminos vecinales. Longitud: 0.341 kilómetros. Inversión: 251 mil 406 pesos”. Pero el espectacular no es tan grande para ocultar las carencias de la comunidad rural.

Los niños juegan en las calles sin importarles que los zapatos se les llenen de lodo. A un costado del nuevo camino vecinal, un campo de futbol sin canchas se encuentra anegado, también varias calles.

Las personas batallan para salir de sus casas porque los charcos se encuentran justo frente a las puertas. Tampoco hay drenaje: las fosas de casquillo en los patios se pueden observar desde fuera.

Pero más de una ama de casa de este ejido, tiene algo que agradecer a la ex primera dama de Gómez Palacio: desde la construcción del Centro Comunitario que también lleva su nombre, hasta la dotación de hule y cartón, además de ropa y despensas que de manera continua envía Vilma Ale de Herrera.

En agradecimiento y pese a la oposición de Carlos Herrera Araluce, el ejido fue bautizado como Vilma Herrera. Antes se le conocía por el nombre de Las Cuadritas.

“La señora”, como se refieren a Vilma Ale en señal de respeto, visitó la semana pasada el ejido. María de la Luz de la Rosa Cervantes dice que les entregó hule y cartón, también despensas y bolos para los niños. Aprovecharon para solicitarle la reparación del transformador.

Y es que, según María de Luz, casi todos los días la energía se va, entonces la comida se les echa a perder, incluso a cada rato se descomponen los refrigeradores. A la señora también le sugirieron que presionara sobre el cambio del transformador.

Alrededor de 45 familias conforman este ejido. Hace tres años le cambiaron el nombre, el 21 de junio de 2003 se celebrará un aniversario más: es la fecha del cumpleaños de la señora.

“Ella no quería que le pusiéramos su nombre, tampoco Don Carlos, pero la gente nos apoyó porque es cierto que siempre nos han ayudado mucho, se lo comentamos a un regidor del Ayuntamiento, Carmelo, creo que se llama, quien a su vez lo comentó a junta de Cabildo y se aprobó, a Don Carlos no le quedó otro remedio que aceptar”.

María de Luz reconoce que hay muchas carencias en esta comunidad: no tienen drenaje, el alumbrado es insuficiente y las calles no tienen pavimento. Sin embargo aclara que han recibido otros beneficios como: clases de manualidades, cocina, costura. Esto ha permitido a las amas de casa obtener ingresos extras.

Por eso dice, se conforman con la construcción del camino vecinal y el Centro Comunitario, pues antes las camionetas se quedaban atascadas por el lodo cuando llovía, además las maestras que envía la señora nunca faltan y les enseñan muchas cosas, incluso les regaló máquinas de coser. “La verdad los Herrera nos han tendido la mano en todo lo que han podido”.

Un caso más

Antes de concluir con la pregunta “¿Qué necesidades tienen...?”, Martha Vargas se apresura y contesta: “El problema del agua. Mi hijo se me ha enfermado de diarrea dos veces, lo tenía que bañar para que se le bajara la calentura y no había ni una gota”.

La colonia Leticia Herrera se formó hace dos años. Antes se llamaba Nueva Creación. La tierra árida donde fueron construidas las viviendas de cartón y madera, parece reventar. A pesar de que en este lugar no todos son priistas, la mayoría de los vecinos estuvieron de acuerdo en cambiarle el nombre por el de la Alcaldesa, pues según dicen, tienen mucho que agradecerle.

Aquí también se refieren a Leticia Herrera como “la señora”. Dice que en varias ocasiones les ha enviado la comida que aseguran en camiones ilegales, como tomate, nopales y cebolla. Hace algún tiempo les regaló caliche para que en lugar de tierra tuvieran piso en sus casas.

“Simplemente cuando llueve tan feo, las calles se inundan completamente, entonces la señora manda desazolvarlas, también nos manda hules y cartón... sí, hay muchas necesidades porque la señora no puede abarcar tanto, simplemente la pavimentación, con tanto lodo hasta patinamos, aquí le aseguro que un concurso de patinaje lo ganamos fácilmente”.

En la colonia Leticia Herrera no hay drenaje, alrededor de 230 familias usan letrinas en lugar de sanitarios, tal vez por eso cuando hay tolvaneras, el aire huele mal. Pero las amas de casa dicen que el agua hace más falta que el drenaje y el pavimento, también que la vigilancia policíaca y el alumbrado.

Por cada cuadra hay una toma de agua y cuando alguna se tapa por la tierra, hay que caminar y formase para llenar las tinas y acarrearlas a las casas. “Nos faltan muchas cosas pero tampoco podemos decir que Leticia Herrera no nos ha ayudado. Sí ha apoyado bastante, lo que pasa es que no puede abarcar tanto, dice que el presupuesto viene recortado desde México y por eso ya no puede realizar tanta obra”.

María del Refugio Fernández interviene: “mire, lo que se ve no se pregunta, ya usted vio cómo está la colonia. Ojalá que la señora nos pudiera ayudar con el agua porque los niños se enferman mucho de la panza con este calorón”.

El Don

En 1975 se formó la colonia Carlos Herrera, en ese entonces era alcalde de Gómez Palacio por primera vez. Y según la lideresa Julia Ávila Quijano, como “paracaidistas” recibieron su ayuda. Incluso la plaza del lugar se construyó gracias a él a pesar de que ya había dejado la presidencia municipal.

Don Carlos Herrera dice Julia, apoyó siempre esta colonia, tal vez porque lleva su nombre. El sector está conformado por siete cuadras donde viven 70 familias y excepto por unos baches y hoyancos en la calle Independencia, las condiciones del lugar son buenas.

“En ese entonces no había colonias con nombres de alcaldes y él se sintió muy halagado cuando le pusimos Carlos Herrera”. El ex presidente ayudó a los “paracaidistas” con la introducción de servicios, pronto tuvieron agua, pavimento y drenaje.

Cuando Carlos Herrera mandó construir la plaza de la colonia en 1988, les pidió a los vecinos un favor muy especial: que le pusieran el nombre de su madre, Luz Araluce de Herrera, pues en ese año falleció. Nadie se pudo negar y desde entonces el paseo público lo mantiene intacto.

Escrito en: Herrera, colonia, lugar, Carlos

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