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La vieja Estación del Tren: un legado ignorado

Javier Guerrero Romero

Para Mayela del Carmen

LA LLEGADA DEL FERROCARRIL

Cuando llegó a Durango el Ferrocarril en 1892, tenía ya veinte años de operación el México-Veracruz, que comunicaba a la capital con el puerto del Golfo y estaban prácticamente concluidas y funcionando las dos principales vías troncales de la República, el Ferrocarril Central Mexicano que con sus 1970 kilómetros recorría el trayecto de Paso del Norte a la Ciudad de México, y operaba el Ferrocarril Nacional Mexicano con 1350 kms. de vía angosta entre la capital y la ciudad de Laredo.

En octubre, Durango se inscribía en el concierto del desarrollo moderno de las comunicaciones que se impulsaban desde la política del régimen porfirista. Los postulados de la Paz y el Progreso, se hacían presentes mediante la incorporación de Durango al entonces anhelado sueño porfiriano.

Luego de casi dos años de construcción el ramal del Ferrocarril Internacional Mexicano que comunicaría a Durango desde la Ciudad de Torreón, veía coronados sus esfuerzos el 1° de octubre de 1892, fecha en que arribó la primera locomotora con un tren de balaustre del servicio de reparadores, quienes venían tendiendo las vías, unos días después, el 16 de ese mismo mes, arribó el primer tren de pasajeros de la línea. Aunque la celebración oficial se realizó unos días después y con ello la puesta en marcha del servicio de manera regular entre la ciudad de Durango y Ciudad Porfirio Díaz (ahora Piedras Negras), pasando por Torreón.

La conclusión de esta vía permitía, de acuerdo al proyecto del Internacional Mexicano, la posibilidad de continuar nuevos ramales para la explotación forestal y minera, como de hecho sucedería con el que se realizó hacia Tepehuanes, inaugurado en 1902 y los lentos pero constantes esfuerzos por realizar un Ferrocarril a Mazatlán que para 1918 sólo llegaba a Aserraderos (El Salto).

LA PRIMERA ESTACIÓN

El Ferrocarril para su operación en Durango requería, sin duda, de instalaciones adecuadas tanto para el servicio de los pasajeros, el manejo de la carga, como para el mantenimiento y servicio de los trenes. De allí que se llevara a cabo la construcción de los edificios necesarios y éstos estuvieran concluidos oportunamente para la llegada de los primeros trenes.

La Estación se trataba de un edificio amplio dividido en dos secciones, edificado todo en piedra de sillería, con marcos y puertas de madera y techo de dos aguas. En las cercanías se había levantado también un amplio inmueble para recibir el manejo de la carga. Además del tanque elevado de agua para atender las maquinas de vapor. Entonces se construyó también la casa redonda, con una gran mesa giratoria y amplios talleres.

La construcción en piedra de sillarejos aparentes que le dan una aspecto de labrado tosco o rústico con las jambas, los arcos, el zoclo y los remates de las esquinas con sillares lisos dispuestos en forma dentada, impuso un hito en la historia de la arquitectura de la ciudad, la Estación cumplía las necesidades que se requerían, emplazada junto y a los lados de las vías, fue en principio una solución adecuada a las necesidades del tráfico proyectado para la Estación.

Se realizó en piedra de sillería en dos secciones, la primera de dos plantas albergaba las oficinas, el servicio de express y los servicios del Ferrocarril, reservándose la privacidad de la planta alta, a la que incluso se accedía por una puerta discreta en un extremo del edificio, para la casa del Jefe de la Estación; la segunda sección en un piso, correspondía al espacio mayor del edificio y en él se encontraban las salas de espera de primera y segunda clase, así como la oficina de boletos, y el acceso a los andenes, esta disposición de las estaciones de manera lateral a las vías, surgida en Inglaterra, fue el modelo que sirvió para el desarrollo de las estaciones a lo largo del Ferrocarril Internacional Mexicano.

VESTIGIOS REJUVENECIDOS DEL PASADO

De este edificio, aunque parcialmente aún existe la sección de dos plantas, durante mucho tiempo abandonada, recientemente se ha restaurado cuidadosamente, para allí albergar las oficinas del Ferrocarril Coahuila-Durango, lamentablemente la sección de una planta de la antigua Estación fue demolida hace algunos años, conservándose los vestigios de sus muros y sus espacios interiores.

La estación levantada en piedra en un estilo ecléctico afrancesado, con una gran influencia inglesa, se destacaría porque sería un hito en el desarrollo de la arquitectura local. Los muros con apariencia rústica introdujeron el estilo de almohadillado en el gusto de la arquitectura local, los arcos dintelados, o ligeramente menos curvos que los arcos de medio punto, o de medio círculo que se habían venido utilizando, permitieron dar una fisonomía más amplia a las ventanas, al suprimir la trabe o dintel tradicional en ellas. La cubierta del techo realizada en madera, permitía la salida de un alero que cubría a la manera de cobertizo, el andador para los pasajeros, protegiéndoles de la intemperie.

La casa del Jefe de Estación, levantada en la planta alta, permitía que desde sus cuatro ventanas hacia el norte, se observara con claridad el patio de las maniobras de trenes, mientras que en la parte sur el techo se prolongaba en un cobertizo más amplio para cubrir una especie de terraza, que veía hacia la ciudad. El extremo nordeste de la Estación no terminaba en una esquina y está a la manera de los ochavamientos, permitía que se levantara una especie de mirador para observar con claridad la llegada de la vía de Torreón.

EL NACIMIENTO DE UN ESTILO

Esta edificación venía a romper con la construcción que de manera tradicional se venía realizando de adobe recubierto con aplanados de cal y arena, implicaba una visión “moderna” de la arquitectura, y pronto habría de seguirse principalmente en los edificios industriales que se realizarían a partir de la llegada del Ferrocarril, de allí que no fuera extraño que edificios como la Harinera La Providencia, los Talleres de San José, la Fabrica de Galletas y las Bodegas de la Fabrica de Velas, siguieran este estilo de almohadillado en cantera y techos de dos aguas. Las casas de la época también retomaron este elemento de la cantera desnuda, sin recubrimiento y muchas siguieron el modelo del almohadillado, aunque los techos de dos aguas se difundirían cerca de cuarenta años después, con el estilo Déco, impulsado en los años 30.

La llegada del Ferrocarril a Durango significó para la ciudad su ingreso al proyecto de desarrollo de nación impulsado por Porfirio Díaz, y además de la llegada de un nuevo estilo arquitectónico, permitió el crecimiento urbano, pues rápidamente se comenzó la construcción de diversas fábricas y empresas: La primera zona industrial de la ciudad levantada entre las orillas de la ciudad y la Estación de Ferrocarriles impulsó el desarrollo urbano y casi inmediatamente, como describiera Alfonso Reyes, la ciudad se llenaba del zumbido de las locomotoras y el bullicio de la Estación que brotaba en medio del polvo de los llanos surcados por los carriles de hierro. Y en torno de la Estación surgieron luego, como por encanto, un hotel, dos o tres comercios y las posadas, los paraderos de los viajeros, las casas de juego.

UNA AUTÉNTICA TERMINAL

La Estación de Durango de ninguna manera se construyó como algo provisional, puesto que se trataba de la Estación terminal del proyecto original del Ferrocarril, de tal manera que ésta se diseñó para que tuviera dicha función, por lo que debió iniciarse su construcción con los primeros avances del trazo en 1891, puesto que no sólo se trató de este edificio, sino que además se levantaron todos los necesarios para la adecuada atención de los usuarios y de los equipos ferroviarios. La Estación de Durango contó desde un inicio con su casa de máquinas, para dar servicio, mantenimiento y conservación a las locomotoras; con una casa de bombas para abastecer tanto de agua como de combustibles a las máquinas de vapor, talleres, terminal y un amplio patio para la formación y almacenaje de los trenes, bodegas para el servicio de express y naturalmente el edificio de andenes, salas de espera, taquillas de boletos y Jefe de Estación. De todo este conjunto sólo se conserva la parte descrita del edificio de andenes y Jefe de Estación y la bodega del express, todos los demás fueron demolidos o modificados en diferentes momentos.

CÓMO LLEGAR

Por la calle Bruno Martínez diríjase hacia el Norte hasta donde concluye, allí llegará a la Nueva Estación de Ferrocarriles, cruce a pie a los andenes. Siga hacia el Norte y junto a un gran arbolado que observará más al Norte, podrá apreciar a su izquierda la antigua Estación de Ferrocarril, cerca se conserva aún el viejo tanque elevado de agua que abastecía a las locomotoras de vapor. A la derecha podrá encontrar la vieja bodega de express.

Tenga cuidado al cruzar entre las vías, pues algo común es que los trenes de carga realicen maniobras durante el día. Siga todas las indicaciones del personal de seguridad.

Escrito en: Estación, Durango, Ferrocarril, manera

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