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Nostalgia Deportiva / Miguel Marín, un “Gato” adelantada a sus tiempos

Sus enemigos eran

los delanteros rivales

y la criptonita, misma que acabó

con su vida un 30

de diciembre de 1991

Fueron 10 años como figura indiscutible en el equipo cementero mismos que le valieron cinco campeonatos de Liga. José Miguel Marín Ocoto nace el 15 de mayo de 1945 en Río Tercero, Córdoba, Argentina.

A la edad de 15 años ingresa al club Vélez Sarsfield donde su maestro Amadeo Carrizo le enseña el “abc” del futbol y en especial la portería. Para 1962 es llamado a la selección albiceleste compartiendo la posición con Esteban Sánchez de Boca Juniors y Carnevali de Chacarita.

La primera vez que viene a México es en 1967 para jugar un partido amistoso entre ambas selecciones nacionales. El triunfo corresponde a Argentina por 2-0. Un año después obtiene su primer campeonato de Liga con Vélez donde fue titular por ocho años.

Para la temporada 1970-71 es contratado por el presidente del Cruz Azul, Guillermo Álvarez Macías (q.e.p.d.), por una cantidad de 30 mil dólares. El 21 de diciembre de 1971 es presentado como nuevo refuerzo cementero, declarando ante la prensa, “Decidí venir a México por una buena oferta económica que me hicieron. Mensualmente cobraré 13 mil 750 pesos”.

Cuatro días después debuta con una victoria de 2-0 frente al Guadalajara en el Estadio Jalisco. El Mundial de México 1970 lo pudo haber jugado pero la Selección Peruana eliminó a Argentina en los partidos clasificatorios. Para Alemania 1974 debió defender la portería albiceleste, el director técnico Sívori lo llamó pero su relevo Vladislao Cap prefirió confiar en Daniel Carnevali y dejar fuera del Campeonato Mundial a Marín.

En la mente de quienes lo vieron jugar aún recuerdan sus actuaciones en las finales 71-72 con América, 72-73 con León, 73-74 frente a Atlético Español, 78-79 contra Pumas de la UNAM y Tigres de la UANL en 79-80.

Lo de “Superman” se lo ganó por sus vuelos a los ángulos superiores e invulnerabilidad. Aunque en la liguilla 74-75 jugando contra el Toluca, el ecuatoriano Ítalo Estupiñán fracturó una mano de Miguel y se anotó un gol.

Al intentar despejar el balón de mano, resbaló y la pelota se encaminó lentamente hacia la portería que tantas veces había salvado. “Cuando tenía el balón quise despejar muy rápido, pero un delantero rival se atravesó y al momento de cambiar la jugada se me soltó y se fue para adentro, ¿mala suerte no?”, fue la explicación de Marín al término del encuentro que empataron ambos equipos a un gol.

Un segundo fragmento de criptonita llegó justo antes de iniciar un partido en el Azteca que sólo fue un dolor, pero el 9 de diciembre de 1980 durante la entrega de los Citlallis del Torneo 79-80, Marín sufre un desmayo que requirió hospitalización. Después de varios estudios es operado el 5 de febrero de 1981 en Houston, colocando una vena de su pierna derecha en su corazón, que ya le había dado el primer aviso de un retiro obligatorio.

El 6 de junio de 1981 Miguel Marín se despide del futbol teniendo como rival a las Chivas ahora en el Estadio Azteca. La pertinaz lluvia no impidió que Marín diera la vuelta olímpica, se quitara el suéter con el número uno y los guantes para darlos a su compatriota Ricardo Ferrero y decir sus últimas palabras como portero del Cruz Azul. “Lástima que llovió y los niños se hayan mojado”.

Posteriormente, se hace cargo del primer equipo celeste en sustitución de Ignacio Trelles y debuta el 27 de noviembre de 1982 con una derrota frente al Atlas. Un mes después enfrenta al Puebla y agrede con un golpe en el pecho al árbitro Jesús Mercado. Una polémica jugada ocasionó que Miguel explotara contra el silbante y como castigo un año en la congeladora.

Regresó a entrenar a Coyotes Neza, fue auxiliar de Raúl Cárdenas en el Toluca y terminó como técnico de Gallos Blancos de Querétaro en Segunda División. El golpe final de criptonita llegó el 30 de diciembre de 1991. Considerando su delicada situación y ante su despido del equipo queretano días antes, Marín presagiaba lo peor. “Flaca, de ésta ya no me salvo”, dijo a su esposa Estela.

José Miguel Marín, “El Gato o Superman”, todavía tenía más que dar. Sus 46 años que vivió fueron insuficientes para transmitir sus conocimientos. Fue un personaje querido y admirado, un porterazo. “Lógicamente sí”, su frase que hizo popular.

Escrito en: Miguel, Marín, diciembre, primer

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