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Durango

¿Si no fue Dios, quién?

Héctor Hernández Morales

El Siglo de Durango

Pablo es su nombre, durante 30 años ha vencido lo que la ciencia y la religión creían insuperable: el alcoholismo, una enfermedad tan antigua como el hombre en la Tierra, destructiva y despreciable se torna en causa de un anhelo de un arranque sublime que salva y dignifica en el grupo de Alcohólicos Anónimos.

Estar entre los alcohólicos anónimos resulta una sublime obsesión amorosa, campo de investigación fecundo sobre el infierno y la gloria, exploradores del dominio de lo sagrado, compañeros del destierro del caminar a ciegas hacia un Absoluto y repentinamente deslumbrados por la luz de un Poder Superior, así apellidan los miembros del grupo a Dios.

Hoy se hermanan más por sus defectos que por sus cualidades, sabedores que están frente una enfermedad incurable, progresiva y mortal por sus consecuencias; en un rito, para ellos sagrado, inician la reunión de aniversario en presencia de familiares y amigos de Pablo, que luego participan en tribuna para manifestar su gratitud de mantenerse unidos y enfatizar como cada noche: sólo por hoy...

Pablo recibe felicitaciones de todos, él se encuentra al frente del estrado, José coordina la sesión haciendo referencia de tres décadas de historia, de lucha constante de los AA para acabar con tabúes e ingenuos temores con el fin de mostrar a la sociedad que este programa sí funciona, es de dignidad y no de vergüenza; el desarrollo de ese movimiento es la mejor prueba.

Cuando Pablo llegó a la agrupación –el 25 de septiembre de 1973- solamente había dos grupos: “Guadiana” y “Durango”, posteriormente concibió la idea de fundar el grupo “Tierra Blanca” en calle Abasolo casi esquina con Ocampo un 8 de enero de 1974, entonces era un incipiente grupo de no más de 20 miembros desconocidos que el camino del alcoholismo los juntó, a lo que Manuel incluye: “fue la gracia de la Providencia quien nos hizo cruzar el umbral de la puerta de AA”.

INICIOS

Los inicios de la sobriedad de Pablo y de sus compañeros fue semejante a la de los cofundadores del movimiento de AA, Bill Willson y Robert Smith en 1935 y después de los pioneros en México en 1946, tuvieron que vencer muchos obstáculos, equivocadamente la sociedad pensaba que se trataba de una organización religiosa patrocinada por los “gringos”, desconocían que es una organización no religiosa, apolítica y que no mezcla su nombre con otros asuntos ajenos a su propósito: transmitir el mensaje de recuperación a través de los 12 Pasos, 12 Tradiciones y 12 Conceptos para el Servicio.

La clave de recuperación –comentan- es la aceptación del individuo a su cruda realidad, luego la confesión de su pasado y la reconciliación consigo mismo y su Poder Superior, así lo comparte Pablo, originario de la Sierra Tarahumara de Chihuahua, pero ante todo al realizar el balance de 30 años de sobriedad, exclama: “¿si no fue Dios, quién?”, pues en su lucha por dejar de beber recurrió a médicos, sacerdotes, brujos y ni las lágrimas de una madre y esposa lo hicieron cambiar.

“Fue a mi llegada al grupo de AA cuando inició la transformación, mi despertar espiritual”, enfatiza.

TRANSFORMACIÓN

Dicen los alcohólicos anónimos: “si no estamos en la gloria, lo que sí aseguramos es que venimos huyeron del mismo infierno”. Resulta sorprendente ver los cambios que se generan en 15 minutos de tribuna de cada participante.

Comparten parte de sus experiencias, algunas desgarradoras que los hacen exclamar con llanto y lágrimas ante el resentimiento destructivo y el daño causado a lo más querido y sagrado, vociferan, condenan y maldicen; pero en el transcurso de sus catarsis hacen pausas, reina el silencio en la sala, viene la paz, seguida de bendiciones y gratitud, ríen, sueñan despiertos y después de todo expresan: “gracias Dios por lo que fui, por lo que soy y por lo que me permitas ser el resto de mi existencia”.

PASTEL DE 30 VELITAS

A un lado de Pablo está un pastel con 30 velitas, mismas que colocaron sus dos hijas y su pequeña nietecita, al centro el logotipo: “AA” en un triangulo cerrado por un circulo, que tienen algo de significado de la lucha del mundo contra el mal.

Parece una fiesta infantil, no es así, pero los hace recordar a los AA que cuando ebrios a menudo regresaban a sus orígenes biológicos, pues el sujeto atropellado por la bebida espirituosa balbucea igual que un niño, está acondicionado por el miedo, se queja de ser incomprendido, y en su soledad evoca a su madre, piensa que nadie lo quiere, exige como si le debieran, en fin son varios los síntomas de este perversa enfermedad del alma.

Hoy el festejo es diferente, Pablo ofrece un testimonio vivo, y detrás de su pastel hay noches de insomnio, trabajo perseverante, dolor y una victoria más sobre un poderoso enemigo que en otrora se le consideraba invencible. Los AA agradecidos recuerdan a Irma la esposa de Pablo, sin ella, no hubiera sido posible mantener abierto el grupo “Tierra Blanca”, ella falleció dejando un recuerdo muy grato en la comunidad.

LIBERTAD BAJO DIOS

En suma los AA expresan de todas esas actitudes y prácticas para mantener su sobriedad, la genuina esencia de la democracia, en acción e intención, para luego subrayar: “La libertad bajo Dios para crecer a su imagen y semejanza siempre será la meta de AA, pues nuestra libertad de servir es realmente la libertad por la cual vivimos y tenemos nuestra existencia, aquí está nuestra mano, por Dios”.

Escrito en: grupo, Pablo, sagrado,, lucha

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