TEJAMEN, NUEVO IDEAL, DGO.- Las bellezas naturales y arquitectónicas de Tejamen pueden ser explotadas dentro del marco del turismo. Sin embargo, se aprecia en estos momentos como un pueblo semi abandonado, dormido en sus potenciales ecoturísticos, en espera de una inversión que pudiera detonar su repunte.
Casas en ruinas, que gritan a voces silenciosas parte de su historia, de su grandeza. Lo que era considerado como el centro habitacional de aquella región hace ya varias décadas con más de siete mil habitantes, con una riqueza minera considerable, es ahora un pueblo tranquilo que apenas si reúne unas 200 familias.
Aseguran sus habitantes tener la casa que vio nacer al ilustre duranguense Felipe Pescador, quien encabezó la nacionalización de los ferrocarriles. El inmueble está en estos momentos en ruinas y ya es propiedad de un norteamericano que ha encontrado en este lugar su principal área de descanso y esparcimiento, Jack Fennier.
La pequeña presa de Tejamen es un llamado para todos a pasar un día de campo y diversión, por su belleza y tranquilidad, por las áreas naturales que la rodean. Todo el pueblo está lleno de leyendas e historias fantasmales.
La fecha de nacimiento de este pueblo data de la llegada de los españoles en 1563, cuando se fundó el viejo pueblo ahora inmerso en las aguas de su presa. El altar mayor de su templo, dedicado a la Santísima Virgen de Guadalupe, se remonta al año 1602, lo que sugiere la existencia de mágico lugar antes de esta fecha.
Se establecieron las compañías mineras como El Duraznito, Eureka, La Fama y La Providencia, que dieron auge a la construcción de majestuosos caserones. Fue la minería la causa por la que esta comunidad creció a más de siete mil habitantes, según el censo de Velasco de Restán.
REQUIEREN CASI
UN MILLÓN
La encargada del Departamento de Turismo Municipal, Martina Pedrosa, comentó que ya existe una solicitud de recursos ante la Dirección Estatal de Turismo por la cantidad de 809 mil 442 pesos, que sería la base para arrancar un proyecto de ecoturismo en Tejamen.
El presupuesto presentado y aún no autorizado incluye la cotización de infraestructura básica para lanzar el poblado como un punto regional de turismo. Incluye la instalación de diez palapas, 15 bicicletas, equipo de seguridad, diez lanchas 20 cañas de pescar, 20 chalecos salvavidas, diez caballos de monta, tres casas de campaña, cinco equipos de comunicación, diez asadores, cuatro trazos y establecimiento de pistas y senderos y la recuperación de la plaza de armas.
El lugar recibe ya un importante número de visitantes los fines de semana y días de asueto. Vienen de varios municipios a pasar un agradable día de campo en las orillas de la presa y aprovechan para admirar las ruinas antiguas que hay en el poblado. Los visitantes provienen de los municipios de Canatlán, Coneto de Comonfort, Santiago Papasquiaro, San Juan del Río, Rodeo y Durango, aunque también de otros sitios más distantes.
Las principales actividades que se desarrollan son la pesca, ciclismo de montaña, esparcimiento en los campos y algunos campamentos en casas de campaña.
Martina Pedrosa comentó que entre los principales beneficios del proyecto turístico se encuentra la preservación de los recursos naturales a través de la propia conservación con la práctica del ecoturismo. Pero también, sin duda, dejaría beneficios económicos para los pobladores de Tejamen y el municipio en general.
Una compañía cinematográfica norteamericana realizó un recorrido de reconocimiento de terreno y por el momento se llevaron una excelente impresión del lugar. El proyecto es la realización de una película sobre la vida de Francisco Villa. Definirán si se filma ahí en el mes de diciembre.
RECUPERACIÓN
HISTÓRICA Y MINERA
Los objetivos del proyecto son restructurar un servicio en el que se ofrezca un programa de actividades de esparcimiento que se sume al turismo de aventura y ecoturismo, ya que se aprovechan el paisaje, los recursos hidrológicos y la cultura.
Se ofrecen las riquezas naturales y arquitectónicas que tiene el poblado, así como las mineras e históricas. Para ello se requiere el acondicionamiento de un área y capacitar a personal que pueda realizar visitas guiadas.
El tamaño inicial del proyecto se circunscribe a unas 200 hectáreas en el ejido Ignacio Altamirano, que incluye el poblado de Tejamen y su presa; también, algunas de las entradas de las minas que en estos momentos son históricas, pues ya no se aprovechan.
Las montañas que rodean a Tejamen hacen que le dé una belleza natural envidiable. La presa ofrece la práctica del deporte de la pesca con variedades como mojarra y lobina.
Actualmente no se cuenta con nada organizado, no hay lanchas, ni renta de caballos o cañas de pescar; no cuenta con asadores ni palapas. El municipio construyó recientemente unos baños y áreas para cambiarse, pues muchos de los visitantes usan la parte inferior de la presa para nadar.
RECUERDOS, LEYENDAS
Y ESPERANZAS
Don Jesús Carrillo, de 61 años, nació y vive en Tejamen. Incluso sus padres son originarios de ahí. Recuerda cómo todavía en los años posteriores a los 50´s la población de Tejamen era numerosa.
“Creo que la Revolución Mexicana dio la pauta para que el pueblo fuera terminándose, además de la devaluación del precio de la plata, que era el metal que más explotaban en las minas. Las minas eran muy prósperas y daban mucho empleo a la gente”, recordó.
La actividad minera se desarrollaba en dos ámbitos: como compañías o como gambusinos, que vendían su producto a las mismas empresas. El nombre de Tejamen, se dice, nace precisamente desde tiempos inmemoriales, cuando los indios o gambusinos recogían la plata y la fundían en “tejos”. Algunos dicen que al ser entregadas a los sacerdotes que ayudaban a los indios a comercializar su producto, al momento de la entrega, el religioso decía “amén” y de ahí nació poco a poco el nombre de Tejamen. “A ciencia cierta nadie sabe con certeza cómo fue”, comentó Jesús Carrillo.
Doña Esperanza Quiñones, de 68 años de edad y profesora jubilada, comenta que el pueblo tiene una gran variedad de leyendas e historias de fantasmas.
Recordó una, donde la gente ve, principalmente en tiempos de lluvias, cómo una gran bola de fuego cae del cielo hasta una de las montañas y se incrusta en ella, sin que provoque incendios o pase algo más, pues los lugareños van al supuesto lugar donde cayó esa gran bola de fuego y no encuentran nada. Algunos dicen que esa “lumbre” también recorre las principales calles del pueblo, especialmente las más antiguas y posteriormente se dispersa en nada.
A esto le dan una explicación: “Existe oro, plata o algún gran tesoro en el pueblo o en todo Tejamen. Estamos sentados en minas, seguramente es por eso que sale esa lumbre”.
Algunos otros dicen ver una gran cantidad de perros blancos o güeros, corriendo en manada para después desaparecer misteriosamente. Los ruidos y ecos en las construcciones viejas son lo más común.
La gran esperanza de muchos habitantes de Tejamen es que se convierta en un centro turístico o incluso que renazca la bonanza con las minas y que venga una compañía que quiera seguir explotándolas. Éstas están aún equipadas, revelando la forma como era extraído el metal de sus entrañas.
El norteamericano Jack Fennier escogió Tejamen hace varios años como lugar de reposo y descanso. Vive ahí varios meses del año y el resto en su natal California. Tiene una bonita casa en la cima de un cerro, pero ha ido adquiriendo más propiedades que ha remodelado y otras que están en proceso; incluso, la casa donde se dice que nació Felipe Pescador es de él. Varias hectáreas de siembra ya fueron adquiridas por el norteamericano, que a decir de varios lugareños ha sido magnánimo y cuando está por ahí genera empleo temporal para algunos.
Tejamen está en manos de las autoridades y estatales, pues de ellos depende invertir y hacer de este sitio un lugar atractivo.