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Terapeuta familiar

Patricia Rodríguez Ruiz

Los adultos en plenitud

Decía Lauro Estrada Inda que: “Una familia sin viejos es una familia sin complemento histórico, una familia mutilada”, y es que a medida que la humanidad ha ido avanzando en el estudio de las ciencias, se ha ido acercando más a la comprensión total del hombre, incluyendo su eterna polaridad, nacimiento y muerte.

Pasó mucho tiempo antes que al niño se le comprendiera como un ser humano completo, merecedor de todo respeto. Actualmente vemos en este territorio lleno de misterio y amenaza que es la vejez, una distancia demasiado prudente del investigador, que presiente el enigma intenso de la muerte que se encuentra sólo a unos pasos de él. Se tiende a ignorar a los viejos, a sentir impaciencia con ellos o a negarlos. Sin embargo, el viejo está tan vivo como cualquiera y siente el rechazo del que es víctima; los terapeutas familiares nos damos cuenta que, por lo general, los problemas funcionales de una familia que están relacionados con la vejez permanecen ocultos y negados.

Aunque en nuestro país hay un movimiento institucional para darle al anciano un lugar decente dentro de nuestra sociedad (Escuelas de la Tercera Edad), raras veces se ven opciones que favorezcan el ajuste de las personas de edad avanzada dentro de la familia, que es donde los ancianos confrontan los cambios adaptativos. Y no me refiero sólo a la comprensión de los cambios biológicos asociados a la vejez, como el deterioro de las células y de los diferentes sistemas, sino a los cambios de relación que se da entre la familia como producto de situaciones externas, como la jubilación, la viudez o el hecho de convertirse en abuelos. Por ejemplo, la jubilación es muy significativa, ya que la pareja necesita hacer ajustes a través de una nueva forma de interacción conyugal.

Para el hombre en especial que ha sido siempre proveedor, es difícil reencontrar su lugar después de la jubilación, lo que trae como consecuencia estrés adicional. Las tensiones se incrementan paulatinamente derivadas, en gran parte, de sentimientos de inutilidad y baja gradual de autoestima.

Otra situación es la viudez. Algunas estadísticas hablan que las mujeres son cuatro veces más propensas a enviudar, que los hombres; así mismo muestran que durante el primer año de viudez aumentan los suicidios, especialmente en los hombres. Para la mujer, se complica la situación cuando tiene recursos financieros limitados y por otro lado, disminuye también la posibilidad de encontrar pareja marital, cosa que no sucede con los viudos que tienden a casarse con mujeres más jóvenes que ellos. El sentido de pérdida, desorientación y soledad deben llevar a la elaboración del duelo, para que no se convierta en patológico.

El hecho de convertirse en abuelos también genera situaciones especiales de relación. Se dice que los abuelos y los nietos suelen llevarse bien porque tienen un “enemigo común”: el hijo. Esta alianza puede convertirse en problemática cuando un nieto “triangula” conflictivamente entre los padres y los abuelos, o cuando hay excesiva involucración por parte de los abuelos. La enfermedad es también una preocupación fundamental para la mayor parte de los adultos, el deterioro mental y físico puede agudizarse a causa de la depresión e impotencia, así como de los temores de pérdida del control.

Tales preocupaciones se manifiestan en ansiedad contra los miembros de la familia y para ellos, tomar la decisión de internar al anciano es un recurso que genera sentimiento de culpa, siendo generalmente las hijas adultas en quienes la sociedad ha dejado la responsabilidad del cuidado de los ancianos.

Los terapeutas familiares sabemos que la forma en que la familia y sus miembros se enfrenten a estas situaciones depende, en gran medida, del tipo de relación que hayan creado a lo largo de los años y la habilidad y manera en que la familia se ajuste a las pérdidas y a las nuevas demandas. Pocos son en realidad quienes aprecian las arduas batallas de los viejos para adaptarse a la pérdida y los retos que la edad presenta; no es lo mismo sentir una seguridad que al llegar a viejo se va a ser respetado y atendido, como afortunadamente todavía sucede en nuestro país, en vez de tener que esconder los años vergonzosa y temerosamente, puesto que se va a ser descalificado del juego tremendo de la vida, tan pronto como aparezcan los primeros signos.

Pareciera ser que la vejez ofreciera sólo desventajas, pero a pesar que éstas son obvias, las ventajas resultan ser muy interesantes: una larga retrospectiva da peso y sustancia a la experiencia. El que ha originado a otros seres y dado la vida a otras ideas, adquiere un orden del mundo y un orden espiritual; defiende la dignidad de su vida. El “potencial de crecimiento en la vejez” es a veces el fruto de una experiencia amarga, pero la creatividad continúa con la edad y no necesariamente declina: Sófocles, Miguel Ángel, Cervantes, Goethe, Verdi, Tolstoi, Shaw y Freud, son exponentes de la creatividad en edades avanzadas.

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Escrito en: familia, cambios, edad, veces

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