MÉXICO, DF (Agencias).- A 21 días de la matanza de Tlatelolco, el escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) manifestó en un telegrama su adhesión al Gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
La misiva está fechada el 23 de octubre de 1968 y va dirigida al secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez. Junto a la firma de quien es considerado uno de los mayores autores del siglo XX, aparecen las de los también escritores Adolfo Bioy Cásares y Manuel Peyrou.
“Rogamos haga llegar nuestra adhesión al Gobierno de México”, dice el telegrama hallado por el investigador de El Colegio de México, Sergio Aguayo, dentro de la correspondencia de Echeverría que actualmente resguarda el Archivo General de la Nación.
PRESTIGIO
Para el historiador Lorenzo Meyer, el documento no deja lugar a duda: “El telegrama no debía decir: ‘Qué bueno que le disparó a estudiantes en Tlatelolco’. Con la simple adhesión, Borges deja claro que pensaba que había un complot comunista en México y estaba de acuerdo con el mandatario mexicano. De otra forma, ¿para qué le escribiría un escritor argentino el 23 de octubre de 1968 a Díaz Ordaz? No hay vuelta de hoja”.
Con este respaldo, señala Meyer, Borges buscó trasladar al Presidente el respeto y la admiración que poseía como escritor.
“Todo el prestigio de Borges se trasladó a Díaz Ordaz en ese momento. Es como ahora ocurre con Gabriel García Márquez cuando apoya al presidente cubano Fidel Castro. Lo que intenta es pasarle parte de su prestigio como escritor y Premio Nobel; es un aval indirecto”.
“IDIOTA POLÍTICO”
Enviado cuando tenían lugar en México las Olimpiadas, el telegrama fue hallado por Aguayo en 1998, en la caja 2,895 de la sección de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, perteneciente al Fondo Gobernación de la Segob.
“Es verdaderamente lamentable para la memoria de Borges, pero como también felicitó a Pinochet en su momento, es probable. Se puede ser un genio literario y un idiota político”, señaló el escritor Carlos Fuentes respecto al hallazgo del documento.
Para Aguayo resulta obvio el vínculo entre el mensaje de adhesión de Borges, al que hace referencia en su libro 1968: “Los archivos de la violencia”, y la matanza del 2 de octubre.
“Me resultó un tanto sorpresivo (su hallazgo) porque revisé la prensa de la época y encontré una condena generalizada de los intelectuales de México y el mundo (a la masacre de Tlatelolco). Los únicos elogios que recibió Díaz Ordaz en público fueron de la prensa anticomunista de América Latina”.
LOS INTELECTUALES
En su libro, Aguayo revisa la actitud de la clase intelectual frente a los hechos del 2 de octubre. “La mayoría de los intelectuales de peso guardó un silencio sepulcral o los condenó de forma abierta”.
Entre quienes protestaron figura Octavio Paz, que renunció a su cargo de Embajador en la India, pero hubo otros que respaldaron al régimen, afirma.
“¿Por qué lo hicieron? Algunos por convencimiento, otros para defender grandes intereses o para mantener la iguala mensual. En esta última categoría estaría el escritor Luis Spota, quien desde el 1 de octubre de 1966 empezó a cobrar 6 mil pesos al mes, unos 500 dólares, como ‘técnico en publicidad’, adscrito a Relaciones Públicas del Departamento del Distrito Federal”, escribe Aguayo en su libro.