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Conoce al metrosexual

Gaby Vargas

Soy una gran reina del zapato. ¿Quién crees que dijo esto? ¿Madonna? ¿Jennifer López? ¿Acaso, Imelda Marcos? ¡No! Esta declaración es del mismísimo icono de la masculinidad, el Terminator hollywoodense Arnold Schwarzenegger, ahora gobernador de California. Lo dijo en la revista Vanity Fair, del mes de julio del 2003. ¿Qué quiere decir esto? ¿Se cansó de atravesar paredes con el puño y de salvar del mal a las masas? Difícilmente. Él, como la estrella del futbol británico, David Beckhman, igual que Tom Cruise, Brad Pitt, Sting o Antonio Banderas, son figuras de esta nueva representación del hombre urbano que esta influyendo y marcando pautas de estilo de vida. Hombres del siglo XXI que, con una buena dosis de honestidad y valentía, reconocen y aceptan su debilidad por la estética y están dispuestos a abrazar sin temor su lado femenino. Esto no necesariamente implica que sean homosexuales, simplemente se han liberado de ese modelo de figura masculina que representa a una especie de macho para el cual sería impensable aceptar que se preocupa por su físico, por su salud, por su estilo al vestir, por el cuidado de la piel, por la sofisticación y por tener una conciencia de sí mismo, una autopercepción y seguridad personal, más allá del arquetipo de la masculinidad. Ese mundo que antes sólo pertenecía al mundo de los gays. Seguro de sí mismo y de su virilidad, ya no tiene que pasarse la vida defendiéndola. Bien decía Oscar Wilde, todos vamos por la acera, pero alguno de nosotros observamos las estrellas. Bueno, pues me parece muy bien que el hombre acepte, se abra y se permita observar las estrellas sin temor a ser mal juzgado. ¿De dónde viene este concepto? A través de la historia, la masculinidad ideal ha sido redefinida un sin número de veces. En algún momento las grandes pelucas, las botas con tacones altos, los pantalones a la rodilla y moños en el pecho fueron los símbolos de la masculinidad. Por siglos, faraones, reyes y césares con largos vestidos y un hombro al descubierto se envolvían en ropajes cuidadosamente seleccionadas como símbolos de estatus. Mientras, los simples mortales se tenían que conformar con cubrirse con harapos simples y aburridos que no decían nada. A principios del siglo veinte, muchas casas reales de Europa empiezan a decaer y a desdibujarse esa línea tan marcada entre clases sociales. Conforme el sistema de clases va desapareciendo, la historia continúa su curso y los papeles sociales de hombres y mujeres cambian radicalmente. Durante la segunda mitad del siglo veinte, Hollywood tiene una gran influencia y ha recorrido varios ideales masculinos que van desde Rodolfo Valentino, Clark Gable y Cary Grant hasta Marlon Brando. Cada uno jugó un papel central al definir el modelo de masculinidad de su época. Asimismo, sucedió con la música popular y sus ídolos: Elvis Presley, los Beatles, quienes con sus canciones, en especial Sargent Pepper Lonely Hearts Club Band, inician el movimiento del hippismo que tanto marca la época de los años sesenta. Más tarde, David Bowie, el camaleón, en fin...; cada uno modifica la moda de sus antecesores y crea una corriente mundial de seguidores que los imitan. Los hombres se peinaron copetes, se dejaron crecer el pelo, se lo cortaron chiquito y así continúan... Al comienzo del siglo veintiuno, en un mundo globalizado, el hombre encuentra que tiene opciones. Cada vez más jóvenes, urbanos y seguros de su masculinidad, se están apropiando de ciertos elementos de estilo, de cultura y de consumismo, que los mercadólogos, rápidamente, están aprovechando. Son ellos los que marcan las tendencias y los estilos de vida. El metrosexual disfruta verse lo mejor posible, por lo que va al gimnasio, hace yoga, acude a un spa a darse un masaje, se aplica cremas, se barniza las uñas, medita, va a las camas de bronceado y le da importancia a su ropa y a sus accesorios. Con ello, surge un concepto totalmente nuevo de coches, moda, productos para el cuidado de la piel, muebles, gimnasios y restaurantes destinados a satisfacer las necesidades de este tipo de hombre. A mediados de los años 90, el escritor Mark Simpson acuña este nuevo término, y escribe... El típico metrosexual es un hombre joven, que vive en o cerca de una metrópolis, ya que es ahí donde se encuentran las mejores tiendas, estilistas, clubes, y demás. Les atraen profesiones particulares como el modelaje. Es mesero, deportista o músico pop. Adora trabajar en los medios y desarrolla su creatividad pero, la verdad sea dicha, como muchos productos de vanidad, y como el herpes, están en todos lados. (Salon.com. Julio 22, 2002). Aunque originalmente el término tenía la intención de ser peyorativo, ahora se adopta con orgullo entre los hombres que disfrutan de este poder recién descubierto. El poder de reinventarse. El grado en el cada uno decide reinventarse es una opción personal y, mientras muchos hombres se detienen antes de barnizarse las uñas, no descartan un poco de consejo sobre estilo, arreglo o manera de conducirse. Para completar el paquete del metrosexual, es imprescindible tener habilidades sociales, buenas maneras, personalidad, una vanidad razonable y sentido del humor para reírse de sí mismo. La historia ha demostrado que el conocimiento es la clave del éxito. Así que, ya sea que decidas adoptar o rechazar este nuevo estilo de hombre, piensa que conocer el juego te pone en un mejor nivel a la hora de jugar en el mismo campo.

Escrito en: siglo, están, hombre, estilo

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